La Federación Provincial de Ecologistas en Acción ha galardonado a nuestro alcalde con el premio Atila 2010, por su labor en pro de la destrucción del Medio Ambiente. Dado que hablamos del guerrero Atila, servidor quiere romper una lanza y romperla en favor de nuestro alcalde, que además de ingeniero agrónomo y amante del campo, también es víctima del sistema administrativo en el que trabaja (a destajo).
Además, uno no se imagina a Francisco de la Torre a caballo y con un gorro de piel a las puertas de Rávena, de donde el auténtico jefe huno logró hacer huir al emperador Valentiniano.
Como atenuante de este galardón, hay que decir que nuestro alcalde gobierna una tierra con uno de los «desarrollos urbanísticos» más arborícolas de Europa Occidental, sólo superados en la última década por Marbella y Rincón de la Victoria. Juegan en nuestra contra un pasado de quiebra económica generalizada, el ser una ciudad costera propensa a los excesos cementeros y sobre todo, el estar integrada en un sistema español en el que los ayuntamientos, fundamentalmente, se financian haciéndose querer por las constructoras.
El Ayuntamiento de Málaga, aunque a veces nos lo parezca, no puede sobrevivir a base de multas, tiene que mercadear con las expectativas de futuras «centralidades» que es como ahora se denominan los excesos en la construcción. Estamos seguros de que si al Consistorio le hubiera entrado dinero por otro lado, no habría planeado esa masificación de bloques en la ya sobrecargada Carretera de Cádiz, e incluso habría apoyado un parquecito en Arrajainal desde el primer momento, sin necesidad de defender un paraíso privado de chalés.
Pero la realidad es mucho más hiriente. Hay que propiciar la construcción para seguir prestando servicios. Y el panorama seguirá así por los siglos de los siglos porque las autonomías, cada vez más reinos de Taifas, no están dispuestas a ceder competencias ni mucho menos euros.
Con estas perspectivas, los Ayuntamientos seguirán teniendo importantes competencias urbanísticas porque necesitan sacar dinero del suelo. Prueba de ello es la elefantiásica sede que Urbanismo construye en El Bulto, auténtica oda al derroche y un corte de mangas a la manida «sostenibilidad» (la arquitectura «administrativa» malagueña sigue siendo un carísimo catálogo de errores).
Con todos estos factores en contra de cualquier político que llegue a la alcaldía de Málaga, ¿cómo evitar el cometer excesos? El galardón debe ser matizado: nuestro alcalde no se merece el premio Atila… en todo caso el de algún lugarteniente.
El puente
Sin dejar el exagerado premio, también es injusto que se le endose a Francisco de la Torre (como uno de los motivos del galardón) la construcción de ese puente sobre la bahía de Málaga, que en nada podría ser comparable (como se ha hecho)?con el de San Francisco, ya que no uniría un punto con otro que tiene enfrente sino que ejecutaría una horrenda curva para destrozarnos el paisaje. Quede constancia de que el disparate no partió de él.