Corren tiempos grises, plomizos como la lluvia en Málaga, que ha pasado de ser la más deseada a convertirse en la ‘malquerida’. Por eso, nunca viene mal echar una vista atrás, pues aunque ningún tiempo pasado fue mejor, sí que gusta recordar momentos más soleados en todos los sentidos.
Uno de ellos fue el año 1992, en el que si bien Málaga no vivió grandes fastos, sí pudo admirar una importante colección de obras de Picasso, un artista del que escaseaban las obras en su ciudad natal.
Una de las personas que cedió piezas para esta colección fue Christine Ruiz-Picasso, nuera del pintor porque había estado casada con su hijo Paul, fallecido en 1975.
Christine había conocido la ciudad natal de su suegro en 1954, cuando acudió con Paul a Málaga. En esa ocasión Juan Temboury se ofreció a mostrarles todos los rincones ‘picassianos’ pero, todo hay que decirlo, la impresión que se llevó la pareja fue bastante tristona.
Casi 40 años después, regresó la nuera de Picasso a Málaga y el reencuentro fue totalmente distinto. No sólo le impresionaron los grandes cambios de la ciudad sino especialmente, la actitud de los malagueños con respecto a las obras de Pablo Picasso.
Como le recordó entonces Carmen Giménez la comisaria de la exposición ‘Picasso Clásico’, que tuvo lugar en el Palacio del Obispo, para muchos malagueños era la primera vez que contemplaban ‘cara a cara’ obras de su paisano, ya que Málaga, todo hay que decirlo, sólo conservaba de Picasso, un par de obras de infancia y algunas ‘migajas’ donadas por el secretario del artista, Jaime Sabartés, que siempre estuvo mucho más interesado en nutrir los fondos picassianos de su ciudad natal, Barcelona.
A Christine Ruiz-Picasso le impactó tanto este interés de los malagueños, que accedió a la petición de la comisaria de organizar una segunda exposición, en 1994, titulada ‘Picasso, Primera mirada. Colección Christine Ruiz-Picasso’ y que esta vez incluía prácticamente todos los fondos de la nuera del artista, hasta el punto de que dejó vacías las paredes de su casa.
Esta segunda exposición también tuvo lugar en el Palacio Episcopal y repitió el éxito de la del ‘año de la Expo’.
A partir de aquí, comenzarán los contactos con la Junta para crear en Málaga un Museo Picasso, una idea que el propio artista confesó a su nuera en alguna que otra excursión por el sur de Francia, aunque en vida el pintor malagueño nunca diera excesivas muestras de querer llevarla a cabo.
Esta historia, este reencuentro con ‘flechazo’ entre Christine Ruiz-Picasso y Málaga, con la posterior incorporación de su hijo Bernard, nieto de Picasso, es lo que nada menos que el Ayuntamiento, la Junta, la Diputación y la Universidad, juntos como hermanos, van a querer conmemorar entre octubre de este año y el de 2012.
Picasso se merece esta ‘confraternidad de administraciones’ y mucho más.
Todos los malagueños que hemos ido al museo Picasso, sabemos que lo que allí ahi son migajas, el museo es feo y sólo hay unos bocetos, sales con la sensación de que no vale nada lo que hay. La familia Picasso sólo quiere de los malagueños dinero, que se lo digan a la Universidad con la Paloma que nos ha representado tantos años. Dinero es lo que buscan, no le interesa ni los malagueños ni Málaga.