Mañana Rajoy se tomará mañana dos capsulas de Cardo Mariano y declarará como testigo sobre la corrupción. Pocos escucharán sus respuestas considerándolo como un simple testigo. La mayoría lo ve como jefe de la ‘pandilla’ de corruptos
La comparecencia mañana del presidente Rajoy para afrontar un interrogatorio exhaustivo sobre la corrupción tiene una ambigüedad inevitable: solo el propio Rajoy y todos los que cobran del poder y del Partido Popular (dos variantes de un mismo núcleo económico) ven la la declaración de Rajoy como lo que formalmente se define como un ‘testimonio’. Todo el resto del mundo, incluyendo buena parte del extranjero, no consiguen algún tipo de gafas para adaptarse a la visión formal y ven ese interrogatorio como un estudiado número de malabarismo para eludir el reconocimiento de que el jefe de la ‘pandilla’ es el propio Mariano Rajoy.
Todas las formas de corrupción -todas- son mecanismos nacidos a la sombra del poder. En ocasiones se trata de ‘organizaciones’ que han desarrollado enormes tentáculos y han creado vínculos prácticamente indestructibles con los que ejercen el poder (es decir, que no necesitan ejercerlo ellos de modo directo); en otras ocasiones se trata de estructuras de poder tan afianzadas que constituyen mafias con tramas enormemente enmarañadas con sus propios mecanismos de ‘supervivencia’ que suponen la eliminación de personas o la destrucción de cualquier poder ‘alternativo’ que pretenda desarrollarse.
De modo que el esquema de ‘funcionamiento’ de la realidad es siempre parecido y hoy se presenta casi como la forma de poder más perfeccionada porque cada vez necesita menos de los disimulos y de presentar falsas apariencias muy bien adornadas.
De ahí que la ‘estrategia’ de Rajoy y sus asesores sea tan sencilla: solo hay que insistir en que se trata de un testimonio. Al parecer, el propio Rajoy añade otro matiz importante; que él “echó a Correa”. Sin embargo, seguramente preguntarán a Rajoy cuál fue su actuación tras recibir un aviso sobre el papel que cumplía Correa. También le preguntarán si es o no verdad que llegaban sobres con comisiones a la sede popular de la calle Génova.
Nosotros podríamos aportar un par de consejos más: uno, que Rajoy contribuya a un interrogatorio sereno ingiriendo un par de cápsulas de un remedio casero de probada eficacia y relativamente barato: el ‘Cardo Mariano’; otro, que complete su “yo eché a Correa”, que a estas alturas no parece muy impactante, con un “peor hubiera sido Rato”…que encaja mucho mejor con la situación de hoy, cuando parece evidente que los populares habrían saqueado, de un modo o de otro, la hacienda pública (nacional, autonómica, provincial o municipal….la que les cayera a las manos y escapara de las del PSOE).
Personalmente creo que con “yo eché a Correa” y “peor hubiera sido Rajoy”, y con un poquito de refuerzo de Cardo Mariano, Rajoy saldría de la incómoda situación en que lo han puesto con ese empecinamiento en hurgar y hurgar y encontrar ‘cajas B’ allí donde ya saben que están y el milagro sería que no aparecieran. De hecho, en dónde no hay ningún milagro es en las constantes desapariciones de comprobantes, papelillos, discos duros, etc….que, si hablaran dirían “tengo los bytes llenos de verdades”, modernizando aquella vieja proclama de esa gente honrada pero antigua, que guardaba todas las verdades en sus puños.
El caso de Rato, que fuera discreto vicepresidente del gobierno y habilidoso inversor (y ‘desinversor’ también por tanto como ‘retiraba’) nos deja, sin embargo, dos malos tragos: el haber arrastrado por los suelos el mucho o poco prestigio de España en los foros internacionales, al haber aceptado la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) que hasta entonces se había limitado al robo institucional al Tercer Mundo; y sus andanzas de pirata financiero por el Reino Unido, donde no sabemos si nos quedaba algún prestigio; quizás sí porque una de las grandes hazañas de la Pérfida Albión ha sido asaltar y despojar a España de los tesoros que ésta había quitado a América…y a veces el ladrón conserva un piadoso respeto por su víctima.
En fin, que nadie se salva porque, efectivamente, donde hay riqueza hay poder, generalmente organizado en mafias. Hable mucho o poco un buen testigo es nuestro cardo borriquero…perdón, nuestro Cardo Mariano; perdón, nuestro Mariano Rajoy.