Bolivar en la UCI

18 Jul

La penosa agonía del gobierno venezolano viene a demostrar que, con sus errores y contradicciones, el fallecido Hugo Chávez aportaba un liderazgo que se quedó sin continuadores. En España renace de sus cenizas un PSOE que se atrevió a quebrar el bipartidismo

Hace algunas semanas hablábamos del nuevo mapa político de España que apenas comenzaba a perfilarse con la victoria de Pedro Sánchez dentro del PSOE. Era previsible que esa ruptura nítida entre el PSOE aliado del Partido Popular en el sistema del bipartidismo y este nuevo Partido Socialista éste tenía que encontrar su nuevo ‘aliado natural’ en Podemos. Costó algunos forcejeos, aunque no muchos, que la realidad se fuera decantando hacia ese radical, pero imprescindible cambio de rumbo. Imprescindible porque, aún cuando Sánchez hubiera perdido, los socialistas necesitaban liberarse del mortal abrazo de Rajoy y los suyos. Caso contrario, se hubieran condenado a ser eternos segundones y a seguir perdiendo votos, con una ‘desaparición’ en el horizonte: …¿A cuál votante le haría falta mantener un espacio teóricamente socialista solo para sostener una y otra vez el protagonismo de los populares?

No importa si esa eventual desaparición del PSOE se produjera repentinamente (en realidad ya no era tan repentina puesto que se veía cómo el PP lo iba engullendo) o fuera un proceso lento y doloroso.

El caso es que Pedro Sánchez demostró su capacidad de liderazgo y, aunque muchos dudan de que pueda sostenerse a largo plazo una posición tan difícil, lo cierto es que en el momento culminante dio la talla.

Por cierto que el camino que le resta ahora no es nada fácil y en muchas ocasiones resulta más difícil remontar el día a día que adoptar las ‘grandes decisiones’, pero no es menos cierto que el futuro se dibuja mas que nada con esas grandes decisiones.

El empuje de las bases fue vital para Sánchez y para arrojar a los leones a todo el elenco jugado en el ‘tandem’ con el PP, encabezado por el enorme ego de Felipe González. Ni siquiera la humillante derrota de los dinosaurios (¿se salva el pequeño reptiliano José Luis Rodríguez Zapatero, especialista en ser un hombre del aparato sin parecerlo?) fue suficiente para que el ex presidente bajara al arcén y dejara de incordiar con su vocación por ‘aconsejar’ en España y convertirse en el ‘hombre de consulta’ que nunca logrò ser en Hispanoamérica.

Pese a las reticencias de la ‘vieja guardia’ Sánchez apunta a negociar con Podemos y en este sentido ha sido nítidamente respaldado por el ‘ex’ Iñigo Errejón, desalojado por Pablo Iglesias pero dueño de una opinión muy escuchada en su partido.

Por cierto: ahí quedó en el camino la cuestión de Venezuela. Allí esa oposición llena de facciones, grupos y grupúsculos, lleva en su propia atomización el mayor obstáculo para cortar el paso a los restos del chavismo, una herencia casi imposible de recibir bajo ese fenómeno penoso del ‘liderazgo sin lider’ que administra con tanta torpeza Nicolás Maduro. La incertidumbre del proceso venezolano es el resultado exacto del fraccionamiento opositor y la soledad del sucesor de Chávez. Lo único que Maduro ha logrado -y no es poco- es dejar la sensación de que no podrá lograrse su relevo sin derramamiento de sangre. En esa estrategia -que solo consiste en ‘vender caro su pellejo- Maduro ha conseguido también una adhesión nostálgica por parte de quienes ven morir sin pena ni gloria al castrismo, lo que supone que al debilitado superviviente del régimen venezolano le está ayudando mucho la presencia de Trump.

El proceso de Venezuela y la ausencia total de autocrítica en el pos chavismo dejan a la vista la profunda decadencia de las propuestas ‘revolucionarias’, sean las de origen marxista más directo sean las nacidas de diversos injertos de reivindicaciones indigenistas, étnicas y nacionalistas. Hasta ahora ninguna parece haber aportado movimientos duraderos ni tampoco recuperado con vigor las propuestas nacidas de algunas de esas ‘mixturas’, como las de Velasco Alvarado en Perú, Torrijos en Panamá, Vargas o Goulart en Brasil o Perón y sus tardíos y vacilantes continuadores en la Argentina. Es cierto que quedan todavía en pie algunas propuestas, como la que inauguró Correa en Ecuador o la que sobrevive en Bolivia. Pero quizás ellas necesitaban la consolidación de un ‘frente’ antiimperialista que hasta ahora no pudo cuajar. Algo así como un ideal bolivariano del cual se invocó más el nombre que las ideas. También parecían necesitar un soporte ideológico que por cierto no podía ser ese ‘marxismo recalentado’ que algunos …!todavía!… cultivan.

 

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