El dilema del PSOE está en suicidarse aliándose con el PP, pactando con Podemos o perdiendo más votos y escaños en unas nuevas elecciones. La ‘ruta’ de los tres González.
Si uno sigue los comentarios políticos parece que hay un terrible enemigo agazapado: la ambición. Se podría pensar que todos los políticos son ambiciosos pero sigamos las líneas básicas que nos indican los ‘observadores’. El ambicioso number one sería Pablo Iglesias. Así nos lo han venido señalando una y otra vez. Pero ahora, cuando todas las miradas convergen sobre Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, éste viene a ser el ‘rey de la ambición’. Pero si profundizamos un poco más y atendemos a las explicaciones del Partido Popular sobre la persistencia de Rajoy en no renunciar a la presidencia ni someterse a la investidura (aclarado explícitamente: no se presenta porque sabe que va a perder), no debemos apresurarnos a pensar que se aferra porque es ambicioso: «El Presidente, dicen sus allegados, no pretende el poder por el poder». O sea, que no, que no es por ambición. Él cree que, de no ser por la corrupción, hubiera sido «recompensado» (Sic) con otra mayoría absoluta . Insiste en que ha «salvado a España» de un rescate.
No es por ambición, sino porque lo ha hecho tan bien que no se vio recompensado solo por un detalle que desentonó: la corrupción. Pero –atentos que vienen curvas– no porque haya habido (¡y tanta!) sino porque los medios de comunicación «martillaron y martillaron con eso».
No nos preocupemos por Rajoy, que no tiene ambición. No suelta el poder porque valora lo bien que lo hizo y no hace caso de esas frías cifras que lo muestran perdiendo más de 3 millones de votos y más de 60 diputados.
Se puede seguir este complicado proceso siguiendo ‘la ruta de los tres González’. Uno es FG, Francisco González, presidente de uno de los mayores bancos de España, quien nos recomienda, sin titubeos una coalición a tres bandas, entre el PP, el PSOE y Ciudadanos. Es tan sincero que espanta: «necesitamos un gobierno creíble, que dé seguridad a los mercados». Porque «empieza a haber una paralización progresiva de toma de decisiones en materia de inversiones». Atentos que otra vez vienen curvas: no tenemos que creer que la economía puede ir mal, porque ese es un pensamiento negativo; tenemos que temer que se empiece a paralizar, progresivamente, la toma de decisiones. ¿Tan pronto? Pero si apenas han pasado un mes y unos pocos días desde las elecciones.
Otro González, también FG, es el más conocido de todos: Felipe González. Y sin miedo, se ha ofrecido a ‘echarle una mano’ a… no, a Pedro Sánchez no, a Rajoy. ¿Qué piensa González, Felipe? Más o menos lo mismo que el banquero: que una buena solución sería esa coalición a tres bandas;
El tercer González, Santiago, es un periodista que se fija con preocupación en quienes, desde las filas de Podemos o sus cercanías, amenazan a Felipe VI con la guillotina. Y supone, el tercer González, que el propio Iglesias «echa de menos» ese artefacto. Tal vez no se haya fijado en su colega Jiménez Losantos, quien se congratuló de no llevar la escopeta encima el otro día porque, cuando ve a los ‘podemitas’ le entran unas ganas irresistibles de disparar.
No hay que dejarse sugestionar por tantas promesas de violencia porque por todos lados no se ven más que recomendaciones de negociación y diálogo.
Y sin embargo en el PSOE soplan vientos de guerra. No se sabe muy bien si Pedro Sánchez se atreverá a pactar con Podemos pero sí se sabe que poderosos barones de su partido, más el padrino González, Felipe, y sumando también al que fue considerado responsable principal del hundimiento del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, están más o menos complotados para abortar cualquier acuerdo con la gente de Podemos. Dicen que para el PSOE sería un suicidio. En la acera de enfrente se piensa que un acuerdo para mantener al PP en el gobierno también sería el suicidio para los socialistas.
Será que al final diremos del PSOE aquel famoso… «entre todos la mataron y ella sola se murió».
A ver con quien prefiere suicidarse el PSOE, si con sus viejos amigos/enemigos del PP o con sus nuevos amigos/verdugos de Podemos. O si, perdido por perdido, se suicida en manos de los votantes en unas nuevas elecciones.
Atentos, que todavía hay más curvas: el 30 de enero será la reunión decisiva de los socialistas. Siempre queda la posibilidad de que Sánchez se empeñe en seguir adelante… Pero… ¿tendrá los votos de sus 89 diputados o a la hora de la verdad los socialistas pro alianza con el PP, llamados también ‘los susánidos’ se rebelarán y las matemáticas fastidiarán otra vez el invento y arrojarán a los restos del PSOE ‘a los pies de los votantes’?