Tengo una pelea particular contra los tópicos. Creo que con ellos se mantiene una incesante batalla entre las distintas variantes ideológicas y, sobre todo, entre la realidad cotidiana y los residuos de las ideologías. Ha dicho hace poco Rafael Sánchez Ferlosio, un pensador inteligente y siempre crítico, que los tópicos son «las huellas de las ideologías». Siempre reflejan (como los refranes) una parte de la realidad€ pero su intención es hacer pasar esa parte por ´el todo´.
Un tópico muy actual es decir que Podemos está dejando pasar una oportunidad histórica y que ha suprimido la democracia interna tergiversando el sentido de las primarias. A veces viene junto a ellos el rechazo rotundo a abandonar, como eje del análisis político, la polarización izquierdas/derechas. En el imaginario de los que se definen como izquierda, el hecho de que el Partido Popular se haya instalado en una especie de neofranquismo les ha dado la errónea perspectiva de que todo vuelve. Poner las cosas en su sitio es enfrentar a este neofranquismo con un frente popular. Así recuperamos aquel famoso «contra Franco vivíamos mejor». No se trata de promover cambios sino de tener los perfiles definidos: nosotros contra ellos.
La estrategia de Podemos es evidentemente otra: superar la antinomia izquierdas/derechas para crear una fuerza poderosa de cambio que genere una nueva transición. Lejos de esconder sus intenciones, Iglesias va asumiendo sus correcciones de rumbo y él mismo las anuncia. El considera que no está dejando pasar una oportunidad histórica, sino creando esa oportunidad. Su democracia interna tendrá fallos pero de momento algunos de sus críticos más persistentes (Echenique, Teresa Rodríguez) han sido encumbrados como líderes regionales ,algo que no pasa en los partidos tradicionales (Izquierda Unida expulsó a toda la Federación Madrid, con miles de militantes; y el PSOE defenestró a su portavoz en Madrid de un solo tajo; del PP ni hablemos, porque es la democracia del dedazo).
Desde luego, los promotores del Frente tienen todo el derecho del mundo a creer que dicho frente sumará votos y dará la victoria. Pero no tienen derecho a adjudicar a Iglesias que su camino sea el de un sabotaje que dará el triunfo a la derecha porque no pueden ignorar que Podemos cree que lo que sumará votos es mantenerse al margen de la polarización izquierdas/derechas. Aunque quizás tal estrategia no haya sido desarrollada con habilidad. Puede haber sido un error que Iglesias se definiera personalmente como izquierdista porque tal vez le hizo perder credibilidad; o haberse acercado al PSOE para devorarlo porque en parte está ocurriendo lo contrario. En todo caso, la propuesta de Podemos es quitar votos directamente al PP, porque solo dándole un buen bocado a aquel gran capital electoral que tuvieron los populares se podrá plantear una nueva etapa política.
Lo cierto es que esa oportunidad que abrió Podemos alarmó a la derecha. Viendo cuáles son sus enemigos se comprueba que lo que despierta miedo al cambio es el partido de Iglesias. Y no es menos cierto que la constante y arrolladora campaña anti Podemos la comenzó la llamada derecha y tomó el relevo la llamada izquierda. Una prueba más de que en el fondo los supuestos polos coinciden con frecuencia.
En cuanto a la polarización izquierdas/derechas resulta enojoso tener que argumentar su inexistencia porque en esencia es lo mismo que el bipartidismo: una especie de juego de roles. Dejemos de lado toda la hojarasca ideológica y tomemos una cuestión clave: PP y PSOE –derecha e izquierda- promovieron juntos el nuevo artículo 135 de la Constitución, que pone la deuda externa por delante de cualquier necesidad social de los españoles. Lo que estigmatizó al gobierno de Felipe González (que sigue siendo llamado al primer plano porque no reniegan de él) fue la creación de los GAL, fuerza terrorista parapolicial. Para no hablar del izquierdista ex primer ministro británico, Toni Blair, o del pacto anti Grecia entre los socialdemócratas y la señora Merkel, en Alemania; o del socialista francés Hollande, bombardeando África€
Mientras sigamos viviendo en un mar de tópicos las perspectivas de un cambio real, por modesto que sea, se irá alejando. Aunque se hayan perdido las ilusiones iniciales de muchos.€ de momento Podemos sigue siendo la única propuesta rupturista con el pasado y todavía es el único ariete con que contamos para derrotar al bipartidismo.