Esperando a Colón

De repente, es como si nos faltara Cristóbal Colón: el mapa del mundo es plano. Si llegamos a uno de los bordes nos caemos del mapa. Nos falta saber –y parece que no hay modo de averiguarlo hasta llegar al borde…y traspasarlo- lo principal: si el mapa plano no es más que un invento, un artilugio para mantenernos aprisionados y hacernos obedecer todas las imposiciones, o si es verdad que, tras esa temible frontera, descubriremos repentinamente que la tierra es redonda.
Nos falta Don Cristóbal. Un navegante audaz, con cojones de acero, que se fue rodeado de bandidos en una cáscara de nuez a navegar –y eso no era Internet: la cosa iba en serio- despendoladamente con increíble fe en sus teorías (por muchos soplos que hubieran podido darle los capitanes vikingos).
Grecia no ha sido nuestro Cristóbal Colón. ¿Quién se atreve a saltarse las reglas del mercado, ahora que gana enteros la teoría de que la crisis no existe y que sólo se trata de una nueva versión del 11-S para meternos pánico en lo económico, como antes funcionó (y dará para mucho más) el miedo político y social al terrorismo?
No he visto todavía sacar esta sencilla cuenta: entre la Unión Europea (80.000 millones de euros) y el FMI (30.000 millones de euros) darán a los griegos, en los próximos tres años, un total de 110.000 millones de euros. Y eso tras vencer grandes reticencias de los alemanes y después de imponer condiciones leoninas a los griegos, que entrarán en una debacle social terrible: IVA del 23%, aumento de otros impuestos, bajada de sueldos y congelación de vacantes de los empleados públicos, caída de las pensiones… Ahora bien: entre bancos, aseguradoras y gobiernos europeos tienen las dos terceras partes de la deuda griega: los franceses, unos 56.000 millones, los alemanes otros 34.000 y el Reino Unido más de 11.000 millones. Son 101.000 millones de euros. Alguien podrá pensar que a los griegos les queda un remanente de 10.000 millones, pero resulta que en esta ayuda de la UE+FMI están previstos, justamente, 10.000 millones como reserva de estabilidad para ‘el sector financiero’, por si acaso la desconfianza hacia Grecia se extendiera también a sus banqueros. Esa es la cuenta: lo comido por lo servido. Otra vez los bancos con sus inmensas tragaderas. Lo normal, lo lógico, es que los griegos se resistan.
Mientras tanto, las ganancias del BBVA (1.200 millones en el primer trimestre de este año) o del Santander (espera superar los 9.000 millones en 2010) siguen bien, las ventas de coches se recuperan… y uno se pregunta si la crisis no la estarán pagando fundamentalmente los parados y si la justificada indignación contra nuestro Gobierno no debería repartirse un poco: si las empresas siguen ganando y las ventas se van recuperando… ¿no estaremos perdiendo empleo para que el ‘mercado’ siga ganando?
Pueden pasar dos cosas: que el mapa sea plano y el que llegue al borde caiga en el desastre total (¿cómo será?) o que la tierra sea redonda y nos estén aterrorizando para levantarnos por los pies y sacudirnos hasta que caigan de los bolsillos las últimas monedas. ¿Será Zapatero nuestro Cristóbal Colón? Por audaz que sea, viendo sus antecedentes no resulta probable. Es bien capaz de salir de la olla para caer en la sartén, o de Málaga para caer en Malagón, o de Irak para caer en Afganistán…
El mundo entero sigue jugando al juego del mercado. Muchos se sorprenden: creíamos que el sistema estaba hundiéndose cuando está ahí, sobreviviendo. Pero esa no es tampoco una comprobación: el ‘tiempo histórico’, por acelerado que vaya, no puede medirse por unos pocos años. Si hay algo a la vista de todos es la decadencia: la corrupción –en su más amplia acepción- avanza a la vista de todos. Hasta los que miran para otro lado terminan espiándola, por el rabillo del ojo.