Cuando uno va zapeando produce un instante de placer (algo extraño, que todavía no hemos incorporado del todo a nuestra endurecida alma de telespectadores) comprobar que ni la 1 ni la 2 incluyen publicidad. Es maravilloso: las películas y las series duran lo que deben durar, todo empieza y termina a su hora… Un eco entusiasta para ese andar a pelo, mezcla de noticias, deportes y ficción, y a contrapelo del todopoderoso mercado que invade todos los rincones de nuestra vida.
Sin publicidad
25
Mar
Si, es un lujo el poder ver una pelicula sin un cuarto de hora de anuncios
Si, es un lujo poder ver una pelicula tranquilamente sin tener que tragarte un cuarto de hora de anuncios
Ojala todos los canales no metieran tanta publicidad de por medio.
Amigo Horacio, feliz puntazo. Alguno, con su feliz ironía, dejaría caer eso de «¡qué pena, han quitado los anuncios!» Y no me refiero a Homer Simpson, sino a un gran maestro de columnistas.
Gracias, amigo
Aprovechando el afectuoso y generoso comentario de D. Manuel Laza, quiero pedirle, a él y a todos los que ‘pasen por aquí’, que se apropien del blog, ya que esta sección de ‘ecos’ y otras que trataré de introducir están destinadas (si alguien recoge el guante) a que se vayan haciendo de modo colectivo.
Al comentario de un lector que firma ‘perpleji’ (o algo por el estilo), a quien también agradezco el generoso trato que me da, quiero contestarle que estos ‘ecos’ no pretenden explayarse sobre una cuestión, sino, solamente, hacer algo así como una seña de complicidad.
Aprovechando el afectuoso y generoso comentario de D. Manuel Laza, quiero pedirle, a él y a todos los que \’pasen por aquí\’, que se apropien del blog, ya que esta sección de \’ecos\’ y otras que trataré de introducir están destinadas (si alguien recoge el guante) a que se vayan haciendo de modo colectivo.
Al comentario de un lector que firma \’perpleji\’ (o algo por el estilo), a quien también agradezco el generoso trato que me da, quiero contestarle que estos \’ecos\’ no pretenden explayarse sobre una cuestión, sino, solamente, hacer algo así como una seña de complicidad.
Estamos tan «mal acostumbrados» que incluso en algún momento se siente cierta extrañeza…