Como ese ‘zombi’ de las películas, al que matan una y otra vez y siempre levanta cabeza y vuelve a sembrar el pánico, ETA suele dar un nuevo coletazo cuando la damos por definitivamente hundida. Pero tal vez hemos visto la película ya tantas veces que lo que no va a poder conseguir es el efecto sorpresa. Hay tétricas previsiones de que la banda intentará cometer un atentado muy pronto, casi con seguridad antes del verano.
Y si la agenda terrorista parece tan apremiada no es ya solamente porque el ‘cerco policial’ –hispano francés- haya alcanzado en los últimos tiempos logros espectaculares, sino por algo que puede resultar ‘de vida o muerte’. Pero no estamos hablando ahora de la vida y la muerte en la dimensión de lo personal, de que un ‘comando’, o incluso un ‘comandante’, perezca o sobreviva, sino en términos políticos: lo que puede estar amenazado de sufrir un colapso definitivo es la mismísima ‘vía terrorista’ para la conquista del poder político.
ETA está padeciendo dos derrotas paralelas y esto es lo que pone en peligro real la supervivencia de su ‘proyecto’ político: de una parte, siente el acoso del Estado, a través de sus fuerzas del orden; de otra parte, ha perdido la iniciativa dentro del conglomerado independentista, donde Otegi ha conseguido reunir en un mismo haz (con la excusa de la próxima celebración del Aberri Eguna, ‘Dia de la Patria Vasca’) a las principales fuerzas ‘abertzales’, incluyendo a Euzko Alkartasuna.
Una curiosa filtración ha permitido que el diario ‘El Mundo’ reprodujera unas palabras de Otegi a un visitante que acudió a verlo en la prisión, una ‘bomba’ periodística que dejó en evidencia el grado de fractura interna del frente ‘abertzale’. Como ocurrió hace más de tres décadas, cuando los etarras se partieron –los ‘mili’ y los ‘poli-mili’-, han vuelto ahora a enfrentarse los que reclaman abrir un frente para la acción política, un sector abiertamente ‘soberanista’, un ala radical a la izquierda del PNV… y los que siguen creyendo que el único camino es la violencia y que sin terrorismo no hay izquierda nacionalista vasca. El mismo choque, calcado. Un choque que se repite casi invariablemente cuando un grupo terrorista o guerrillero se considera a sí mismo como un ejército, absolutamente verticalizado, y donde, como en cualquier ejército, manda el capitán y los ‘marineros’ se limitan a obedecer. Frente a tanta verticalidad, siempre surgen los que incomodan preguntando ‘¿que hacemos con las bases?’.
Queda por saber cuál es la intención de los ‘filtradores’, los que dieron la sabrosa ‘exclusiva’ al diario madrileño ¿Pretenden levantar la imagen de Otegi para cabrear a ETA? ¿Están desafiando al ‘zombi’ para obligarle a salir a la descubierta y dejar en descubierto su extrema debilidad? El tendido está como paralizado. ¿Saldrá pitando el encabronado toro? ¿Sufrirá un revolcón el envalentonado Rubalcaba?
Desde luego, la política vasca puede estar cerca de un auténtico punto de inflexión. Puede ser la culminación del proceso iniciado con la pérdida de poder del PNV y el encumbramiento de la coalición ‘españolista’ PP-PSOE. Puede estar incubándose una nueva realidad en la que haya una izquierda ‘abertzale’ legal y que condene expresamente la violencia. Los ‘radicales que quieren ganarse un espacio político accediendo a separarse, por fin, del terrorismo, reconocen abiertamente que ETA está al borde de la aniquilación y está queriendo arrastrarlos a ellos al abismo.
Todo ese entorno es el que pone a ETA, literalmente, entre la espada –la ‘parabellum’- y la pared. Para decirlo con palabras del dirigente ‘popular’ vasco Basagoiti: “O se suicida o la suicidamos”; aunque se apresuró a aclarar: “siempre dentro del Estado de derecho”. Porque se descubrió el cadáver de un etarra, Jon Anza, cuya muerte, que no aparece muy clara, está siendo investigada por la policía francesa.