Nuestros no-líderes

Hace ya tiempo que comentamos la conveniencia de que los dos grandes partidos fueran buscando sustitutos para Zapatero y Rajoy y al presente parece que lo están haciendo, aunque, como es obvio, con el mayor sigilo. Da la sensación de que Zapatero y Rajoy acudieran cada uno en auxilio del otro: cuando la imagen de uno de los dos está muy decaída, el otro da un paso al frente, exhibiendo orgullosamente algunos de sus defectos, dando cuartelillo al que estaba en aprietos. Admirable solidaridad.

Con cierta frecuencia, Aznar acude en ayuda de ambos. Sus estrafalarias intervenciones contribuyen cada vez más a formarle una aureola como la que en su época brillaba alrededor de la figura de Ruiz Mateos: una persona cargada de resentimiento, a veces al borde de la histeria y con un toque payasesco.
La pasada semana Aznar acudió a Televisión Española y demostró otra vez su desesperada necesidad de celebridad, que lo lleva a ofrecer títulos escandalosos a los medios de comunicación. Decir que España “no envió ni un solo soldado” a luchar a Irak es una manera de acaparar oídos y miradas, aunque después se agregue la coletilla que muestra la trampa de la frase: los que se enviaron estaban bajo mandato de las Naciones Unidas. Después adoptó el argumento del laborista Toni Blair, correligionario de Zapatero pero compinche de Aznar en la famosa ´foto de las Azores´, asegurando que no se arrepentía en absoluto de haber contribuido al derrocamiento de Sadam Hussein; a Blair le contestó el británico Mayor, conservador como Aznar pero no su compinche, diciendo que había muchos gobernantes odiosos en el mundo y no por eso se invadían sus países para derrocarlos.
El polémico periodista Jiménez Losantos llama PPOE al partido comandado por Rajoy, para diferenciarlo del que dirigía Aznar. Y reprocha a este PPOE que ahora esté contra la energía atómica, a raíz de las declaraciones de la señora de Cospedal contra el alcalde de Yebra, que se ha insubordinado porque quiere apuntar a su ayuntamiento como posible sede de un cementerio de residuos nucleares.
A este respecto, el no-líder Rajoy ni siquiera tiene opinión formada. Ahora, cuando las encuestas se le dan tan bien, sus asesores deben haberle recomendado que se apunte a la ´generación ni-ni´ y siga aquella vieja consigna de ´no estar con nadie ni contra nadie, sino con todos y por el bien de todos´. El surrealismo de estos no-líderes se supera día tras día, como cuando el propio Rajoy pide que los inmigrantes reciban educación y atención médica pero que no se los apunte en el censo. Insistir en no apuntarles al censo resulta tan penoso que los alumnos de primaria deberían salir en manifestación para pedir un mínimo de capacitación previa al nombramiento de los dirigentes políticos: un empadronamiento no supone legalidad o ilegalidad, ni anula o autoriza determinadas prestaciones… ¡es simplemente la acreditación de que uno vive en un lugar determinado! La felizmente retirada propuesta del ayuntamiento de Vic no es que sea ilegal o inconstitucional: es simplemente irracional.
Cuando se llega al extremo de querer corregir las estadísticas y amañar los padrones, es porque se está queriendo encontrar una ´salida de emergencia´ –inexistente– para huir de una realidad que no se termina de aceptar. Algo a lo que Zapatero se dedica casi diariamente. Se imagina uno el pánico que estará recorriendo silenciosamente toda Europa ante la posibilidad de que nuestro presidente quiera aplicar, a nivel continental, uno de sus remedios milagrosos. Si a Aznar se le está poniendo cara de Ruiz Mateos, Zapatero se parece cada vez más a esos típicos personajes de las películas del oeste americano que iban por los pueblos vendiendo un crecepelo y que tenían que salir por pies cuando los clientes descubrían el engaño.