Fichen al Padre Karras.

19 Feb

Vaya por delante una confesión: agradezco al azar de las fechas haber tenido unos días de respiro a la hora de cumplir con mi cita semanal a la hora de visitar estas páginas, porque la noche del pasado viernes no era plato de gusto escribir sobre la derrota del Unicaja ante el Lenovo Tenerife. Vamos, que de ánimo, como tantos por aquí, andábamos justitos.

Si tenemos en cuenta que hasta el próximo sábado 2 de marzo el equipo cajista no vuelve a encontrarse con la competición, en ese caso con la visita del Surne Bilbao Basket en la Liga ACB, hay tiempo de sobra para que el equipo descanse, vuelva a reiniciarse de manera adecuada y esté nuevamente en la pelea de todo lo que queda de competición, tanto en España como en la FIBA BCL, salvedades incluidas en los casos de Alberto Díaz, Yankuba Sima y Kendrick Perry, que serán integrantes de las selecciones de España y Montenegro.

¿Cómo encarar el nuevo escenario tras la derrota ante el Canarias?

Creo que de la misma manera que la temporada pasada al caer frente al Telekom Bonn en la FIBA BCL. Con respecto al año anterior, una de las cosas a tener en cuenta es que queda mayor tramo de temporada a la hora de competir. Y que, aunque no se cuenta con el espaldarazo que supuso tener el título de Copa del Rey el curso anterior, a este equipo le van a quedar dos competiciones para seguir dando buena muestra de un trabajo que era bueno antes del pasado viernes y que no tiene por qué dejar de serlo.

Es normal el poso de decepción que deja la participación cajista en la Copa 2024. Sobre todo, como ya he puesto por aquí, tras la época más oscura que recuerdo en la historia reciente del club malagueño. Lo que llevamos visto de este tiempo, aparte de la reconciliación del club con su entorno, hace que se pueda seguir pensando que el camino que se sigue es el correcto.

Vale que el otro día, a mi modo de ver, lo que hace fuerte a este equipo terminó significándole un problema. La situación de baloncesto coral o fortaleza grupal que ya se ha mencionado tantas veces hizo que no hubiera una figura señalada como tal que acudiera al rescate de un equipo que no se encontró en ningún momento del encuentro, que aún con la puesta en escena estelar de Dylan Osetkowski conforme arrancó el partido, transmitía más desconfianza que cautela en el trabajo que se realizaba. No porque estuviera mal, sino porque fiarlo todo al acierto exterior tiene ese riesgo y, aunque el equipo acabó con 10 triples anotados al descanso (en la Liga ACB, el promedio era de 9,5 por encuentro), lo que se esperaba era una puesta en escena de las habituales de los jugadores de Ibon Navarro, no una muestra extraordinaria por ser otra competición.

Lo cierto es que se fue a remolque de gran parte de lo que mostraba el contrario. Podemos hablar del acompañamiento en las continuaciones cortas y la focalización en la defensa de Giorgi Shermadini. Y podemos hablar de lo estelar de Aaron Doornekamp, pero eso de ocupar las esquinas no era una novedad, al igual que tampoco podía sorprender la capacidad ofensiva de Kyle Guy o el buen hacer de Marcelinho Huertas cada vez que sale a jugar. El planteamiento de Txus Vidorreta no fue novedoso, pero fue más efectivo, sin tener una respuesta adecuada.

Ahora podemos hablar de lo inconveniente o no de organizar competiciones en Málaga, aunque ya tenemos cerca una Supercopa. Pero de todas formas, el trofeo que da inicio a las temporadas en la ACB es de esos torneos de verano que si se ganan quedan la mar de bien, pero si se pierden no pasa absolutamente nada, salvo tener un recuerdo en la hemeroteca.

Pensar si es correcto o no traer otra celebración a nuestra ciudad no sé si va a tener el debate sobre la conveniencia de incorporar al club al Padre Damien Karras para exorcizar el Martín Carpena y vigilar que nadie (ni siquiera alcalde o concejales) tengan la política idea de tocar los trofeos que vienen antes de disputarse y sumen ese gafe de imagen a su book de próceres artistas.

Nos podemos tomar en serio cualquier idea, pero no creo que la maldición de jugar en Málaga sea algo que tenga validez, porque además hay que tener en cuenta que sería algo que traspasaría décadas, jugadores, entrenadores y diría yo que hasta la masa social del club. Además, no sé ustedes, pero yo, como malagueño, me siento orgulloso haber visto a tanta gente de fuera emocionada, feliz y disfrutando del sitio donde llevo viviendo desde que nací. Y como friki que piensa, respira y vive baloncesto en todo momento, pensar que tanto rato bueno viene por nuestro deporte, mucho más. Sí, el resultado fue un sopapo en toda regla, pero en nada ya hay otra oportunidad para hacerlo muy bien. Solo queda disfrutar haciendo un buen trabajo.

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