Con todo merecimiento.

19 Jun

Aunque para la Liga ACB se esté decidiendo quién será el próximo campeón de Liga con ese empacho que supone otra vez tener que soportar la eliminatoria Barça-Real Madrid, aquí llevamos una semana tras haberse acabado oficialmente el tránsito del Unicaja versión 2022/23.

En cierto modo, es hasta sonrojante comparar los resultados de la temporada pasada y ésta. El 14 de mayo de 2022, Unicaja arrastraba su prestigio como club por última vez el curso pasado en Lugo, y caía 93-84 ante el Río Breogán. Era el último estertor de un grupo que cosechó un 39,6% de victorias (19) en 48 partidos. El pasado día 13, con la derrota ante los culés, Unicaja perdió su partido 17 de 61, para un 72,1% de victorias. Poco más que añadir.

El momento emotivo que se vive en Málaga, es comparable a esa escena de Cuatro bodas y un funeral, en la que al final de una de las celebraciones, la novia -visiblemente contenta- se despide de una invitada diciendo: «te quiero muchísimo, no te conozco, pero te quiero tanto…» Así estamos de eufóricos y de cariñosos por el mismo sitio que hace nada era un auténtico valle de lágrimas.

Que en estos momentos, Ibon Navarro sea el novio o el cuñado ideal, que todos en la plantilla tengan invitación para la próxima boda que organicemos (vengan con o sin pareja), lo de Juanma Rodríguez sea casi magia y nos encante el peinado de Antonio Jesús López Nieto, es tan malaguita como la ola del melillero, y aunque es lícito y obligado disfrutar de todo lo vivido durante la temporada, lo que llevábamos de base, esa historia reciente de tan mal recuerdo, obliga a tener un mínimo de precauciones.
Nunca hemos tenido tan claro que la temporada siguiente será diferente de esta, ya no habrá dudas sobre la capacidad de rendimiento de la plantilla (aunque no se sepa si va a conseguirse), el factor sorpresa queda anulado tras el porcentaje tan alto de renovaciones, y al igual que nos ha encantado todo lo vivido, lo que viene no deja de ser una prueba exigente de madurez para todo el mundo.

De entrada, el pequeño detalle de la renovación de la casi totalidad de la plantilla -parece que sólo está en el aire la continuidad de Will Thomas- se escapa a lo que nos tiene acostumbrado el baloncesto profesional actualmente. Aunque eso de cambiar más de la mitad del plantel año tras año es algo que nos ha acosado habitualmente, seguro que los que criticaron los fichajes del Unicaja antes de iniciarse todo esto, y han estado callados como estatuas durante todo el año, esperarán pacientemente a que no se repita el rosario de éxitos del Unicaja.

Con todo esto, me planteo yo cómo se hubiera digerido si para las renovaciones se hubiera esperado a final de temporada, con la exposición de jugadores revalorizados a un mercado que va a necesitar nombres fuera del circuito habitual para equipos que sobre el papel, tienen mucho atractivo al margen de los malagueños. Una pregunta fácil, ¿qué nos parecería el club si intentasen renovar a Osetkowski, Perry o Kalinoski ahora?

Está claro que entre fichar nueve jugadores, dar un par de retoques o renovar a todos, hay muchos escalones a subir, pero también hay que hilar finísimo para que ese par de retoques, teniendo en cuenta que no van a ser Nikola Mirotic o los hermanos Hernangómez (los cuales no van a seguir en sus equipos y son cupos), sean un verdadero refuerzo en un año que va a resultar complicado.

Y hablo de complicado, porque repetir la racha de 7 victorias y 3 derrotas del inicio del curso no es tan fácil y aunque todos sepamos que lo de todo este año es de agradecer, ya sea por parte de los jugadores y equipo técnico en la cancha, o en la parte administrativa por el resto de los empleados del club encabezado por el presidente, lo que tengo claro es que para la recuperada afición cajista -un tesoro incalculable que desde dentro de la institución algunos se empeñaron en desdeñar-, estar al lado del equipo en el momento que las cosas se pongan complicadas, cosa que seguro que pasará, es lo mínimo que se espera.

¿Tantos ratos buenos son merecidos? Creo que sí. O mejor, quizá no nos merecíamos algo tan poco digno de lo todo lo que significaba este club, y aunque gente tan grande para mí como Alfonso Queipo de Llano o José María Martín Urbano hayan marchado antes de poder comentar todo esto, cuándo se pierda la vista en la grada buscándolos, seguro que daré con su mirada cómplice. Disfrutemos.

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