Cuestión legal.

12 Jun

Tras la columna del pasado martes, con nuestro Unicaja hemos visto cómo se pasa de poner en valor lo realizado por el equipo a lidiar con el mal sabor de boca del último partido. Pero con poco margen de tiempo para lamentos, porque la realidad del cuarto partido nos llama para esta noche.

Recapitulemos: la eliminatoria de semifinales lleva tres partidos en los que el Unicaja ha tenido momentos realmente brillantes, diría que el 2-1 que tiene el FC Barcelona a su favor impresiona mucho más porque el mejor partido del contrario fue el último, y viene por la mejora, pero sobre todo, por haber minimizado las fortalezas del equipo de Ibon Navarro.

Tal vez si hubiéramos visto el tercer partido al inicio de la eliminatoria, tendríamos el sentimiento de «casi…», creo que veríamos el vaso medio lleno y el 25,6% de acierto en tiros de 3 puntos ante el Barça no dolería tanto, tal vez porque veríamos más cercano recuperar el 36,1% de la Liga Regular que parece tan lejano.

Con esto del play off, no hay que perder de vista que la dinámica de las postemporada tiene estas cosas, no te puedes lamentar, porque tienes la oportunidad de arreglarlo todo de manera inmediata. Para el partido de esta noche, te va a dar igual el cansancio, o la mala imagen que pueda haberse dado antes, es indiferente si vienes en una racha de subida, cada cita es distinta una de la otra.

Aunque sea difícil, las opciones de llegar al quinto partido de la serie siguen ahí, no creo en la claudicación del grupo que ha llegado hasta aquí, y más allá del deseo de triunfo de cada uno, tiene todo el crédito para el objetivo inmediato.

Algo de lo que se hablará con mayor profundidad y más intensamente ha de ser el nivel arbitral y el criterio autoimpuesto desde el estamento que los manda. Que la simple nomenclatura de las faltas más duras pase de «intencionada» a «antideportiva» ya tendría que habernos dado algún indicio, pero con un error de base, ya que hay muchas faltas de las denominadas antideportivas que tienen muy poco de intencionadas.

Da la impresión que quienes están determinando qué hacer con el reglamento del baloncesto le tienen muy poco cariño a este deporte. La tortura en la que se ha convertido el uso del vídeo en el arbitraje nos está llevando a que los cuartos de cada encuentro, que raramente pasaban de 23 minutos, se quedan bordeando la media hora, convirtiendo en un suplicio los partidos, extirpando directamente el ritmo de juego y privando al baloncesto del dinamismo, que era base de su esencia y que se queda fuera porque algunos tienen que darle su firma. Cosa que al final se traduce en que esto que últimamente vemos se aleja con celeridad del deporte del que nos enamoramos.

Mantener la relación causa-efecto de los hechos (si hay contacto codo-cara es falta antideportiva) prescindiendo de la intencionalidad de la acción, nos produce de situaciones como las vividas en la acción de Tyson Carter y Nico Laprovittola, en la que una entrada a canasta con la falta bien hecha del argentino, le da más rédito al infractor porque la inercia del cajista hace que le dé con el codo, o la de Kyle Kuric y Darío Brizuela, en la que el vasco se mete debajo del americano y hace que el gesto técnico de éste termine siendo un problema para él mismo.

Con todo esto, espero que la cosa se arregle en breve, no me quiero imaginar entrenadores haciendo practicar a sus jugadores cómo dirigir la cara hacia el codo del tirador para provocar los dos tiros y la banda, todo para que los árbitros, en modo inflexibles funcionarios del Imperio Austrohúngaro apliquen la normativa bajo la premisa de «dura lex, sed lex» mientras recuerdan la buena aplicación del reglamento por absurdo que parezca.

Fruto de todo esto, viviéndose ahora y sin un recuerdo como tal de la aplicación a principios de temporada, hay situaciones en las que vemos que gente nada sospechosos de blandos como Edy Tavares y Guershon Yabusele están lejos de promediar dos faltas por partido en play off (sí, también vestir de blanco sospechosamente, ayuda), o que con alguien que se iba a retirar con la etiqueta de no tener sangre como Ante Tomic, vayamos camino de ponerle precio a su cabeza en todos los estados de la unión.

Urge que lo resuelvan, sobre todo, porque me parece absurdo lo barato que resulta aplicar sanciones como la falta técnica o la falta antideportiva con la gravedad que conlleva que acumular dos de ellas trae la expulsión del partido. Sé que es enviar otro problema a la ACB, que va servida de ellos, pero antes no hacía falta repetir en modo mantra de secta apocalíptica que «el arbitraje español es el mejor del mundo», antes, lo disfrutábamos y nada más, ahora, nos surgen dudas a cada momento.

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