Inolvidables 100 dracmas.

20 Mar

Poco más de un mes después del éxito del triunfo del Unicaja en la Copa del Rey de Badalona, el balance arroja el mismo número de victorias que de derrotas, tres de cada, para un conjunto que está pagando el peaje del esfuerzo realizado.

Es algo bastante normal, los contrarios vienen avisados de sobra, las piernas no están tan frescas, las lesiones han aparecido, cosa que se había evitado salvo en el caso de Augusto Lima y otros percances puntuales, y sobre todo, parece que mentalmente el equipo necesita reactivarse para seguir siendo el mismo que al inicio del curso.

Ni mucho menos se puede decir que el plantel de Ibon Navarro haya dejado sus virtudes de lado, es el mejor argumento de este año para la reconciliación de la grada con el resto del club. Ha hecho del gen competitivo una seña de identidad y no renuncia a la victoria prácticamente hasta que cae el crono, pero la pelea ahora es que vuelva el nivel anterior.

Todas las virtudes exhibidas casi por generación espontánea siguen en el grupo, pero se necesita una activación diferente, alcanzar el nivel anterior a la Copa, requiere más esfuerzo.

Asignar la importancia adecuada a cada partido está resultando algo complicado. Un buen ejemplo es esta semana, con el compromiso ante el Barça y con el partido del AEK Atenas en el horizonte.

Desde hace tiempo, en Málaga nos motiva mucho un Unicaja-Barça, sea de la categoría, fase o competición que sea. Si además, como bien se han encargado estos chicos, se cree en la victoria… Porque se va con la certeza de la dificultad y superioridad a priori del rival, pero sobre todo con la idea grabada a fuego de que se puede ganarles y que darlo todo en la cancha es innegociable.

Pese a todo esto, lo que importaba es el partido de esta tarde de martes. No es definitivo al estar clasificados ya, pero vencer en el Ano Liosia Olympic Hall es la posibilidad de arropar a este equipo en el play off previo a la Final a Cuatro, otro objetivo en el horizonte.

Con las lesiones y las ausencias existentes, lo mismo al Unicaja le hubiera venido bien el descanso que sí ha disfrutado el equipo del águila bizantina, o también se puede pensar que un ejercicio de dificultad como el disputado el domingo ante los de Sarunas Jasikevicius es de las mejores piedras de toque para preparar lo otro, aunque el esfuerzo pueda resultar excesivo para el momento de forma actual.

En lo que no creo que haya discusión es que el arbitraje vivido este fin de semana en Málaga es la mejor manera de preparar mentalmente al equipo. Porque el partido de la FIBA BCL tiene vitola de importante, aunque ambos equipos ya estén clasificados, pero los locales querrán sellar el primer puesto. El equipo ha cambiado un par de piezas con respecto al de la primera fase (Pierre Oriola y Brynton Lemar por Cameron McGriff y Tim Frazier, que no jugó en Málaga). A buen seguro que Ilias Kantzouris echará de menos al lesionado Janis Strelnieks. ¿Mayor protagonismo para Kenny Williams? Puede ser una solución, si es de la partida, ya que salió del partido frente a Galatasaray con una contusión en el recto femoral de su pierna izquierda.

Arropados por un público con modales «clásicos», tirando de ironía histórica cuándo uno se refiere al baloncesto heleno, el AEK querrá demostrar su fortaleza en casa, ya que sólo perdió el primer partido que disputó en su cancha, la tercera jornada de la fase de grupos, frente al Telekom Bonn por 66-73.

Hablaba de modales «clásicos», y aunque no espero que caigan mecheros o las inolvidables monedas de 100 dracmas, aquellas con Alejandro Magno y el sol de Macedonia en su cara y su cruz, que tan famosas se hicieron en el baloncesto continental décadas atrás, especialmente en el Alexandreio Melathron de Salónica, tras ver lo que perpetraron este domingo en Málaga, Benjamín Jiménez, Esperanza Mendoza y Alberto Baena, se puede temer uno lo peor. Porque se supone que el nivel ACB es casi celestial comparado con el que se vive en la competición europea organizada por la FIBA.

De lo que se vio esta última jornada en la liga española, quiero decir poco, porque ver un Baena eclipsado, una Mendoza empeñada en malear su nivel copiando vicios de los veteranos, y un Jiménez opositando a heredero directo de esa plaga bíblica llamada Pérez Pérez (el cual espero que se retire pronto), es lo único desagradable de un partido que estaba como suele gustarnos a muchos: duro, intenso, con rachas, con remontadas y con la capacidad de mantener enganchado a todo el mundo. Pero tener que sufrir esa dosis de protagonismo, de compensar errores, ese afán de golpearse el pecho demostrando que lo que importa no es el juego, sino ellos, y creerse más importantes que el niño en el bautizo, la novia en la boda o el muerto en el entierro, hacen un flaco favor a nuestro deporte. Hagánselo mirar con tranquilidad y mejoren para la próxima oportunidad.

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