No dejarla pasar.

26 Sep

Camino de este viernes, nuestro Unicaja tiene una oportunidad de ésas que más que pedirlas casi por favor, son de las que se extrañan caso de dejarlas pasar.

Me explico, creo que todas las personas que me hacen el honor de acercarse a esta columna están al día de la actualidad y la historia cajista más o menos reciente, que son una afición en gran medida madura, con bastante base de conocimiento, y con un criterio más o menos sólido para analizar qué situación se nos plantea.

Tras ese momento inesperado en modo «jefa de las animadoras en el baile de fin de curso» que en cierto modo se ha vivido por Málaga por la enésima exhibición de Alberto Díaz, esta vez con la camiseta de España, y vivir una vuelta al Martín Carpena con el triunfo en la previa de la FIBA BCL, con buen juego y mejores resultados, de entrada, en la vuelta a la ACB, hay ya dos encuentros, con dos rivales como Cazoo Baskonia y Gran Canaria, que serán más o menos complicados, pero la liga española nunca se ha caracterizado por ser benévola o tibia en cuanto a la crudeza de la competitividad.

No voy a vender la obviedad que los rivales de la ACB son mucho más fuertes que el Heroes Den Bosch y el Patrioti Levice, eso está claro, pero el nivel de decepción que alcanzó nuestro Club Baloncesto Málaga es tan bestial que los dos partidos vividos el viernes y el domingo en Málaga son muy bienvenidos en la casa cajista.

Estaba claro que hacía falta ambición, ritmo alto, agresividad y dosis de intensidad mucho más amplias que las vividas en estos tiempos tan tibios y que tan mal sabor de boca dejaron en la afición. Según lo visto estos días, hay que estar contento con esa base de cinco mil y pico/seis mil integrantes. Tal vez, lo suyo es fidelizar aún más a ellos, y luego, intentar recuperar a los fugados, que seguro que tienen un motivo incontestable (para algunos) o discutible (para otros), pero respetable.

En una plantilla en la que sólo debutan en ACB Dylan Osetkowski, Tyson Carter y Kendrick Perry hay cosas para analizar, pero antes de todo, tendríamos que tener claro si queremos tomar el camino de ver «todo lo bueno que tal jugador puede aportar al equipo», en lugar de «tiene todos estos fallos que van a lastrar su rendimiento». Conociendo cómo se las gasta la competición española, y visto el punto de partida desde donde se viene, tal vez sería conveniente tener una idea positiva y motivadora, no en vano, esta plantilla, realizada muy a gusto del entrenador en su segunda temporada en Málaga, debe cuadrar mucho más al que tiene que gestionarla, para que lo vivido recientemente se quede en un recuerdo incómodo.

Hablaba al comienzo de oportunidad que hay que aprovechar, sobre todo para no añorarla posteriormente. Hablaba en modo club, en modo afición, pero creo que el entrenador también la tendrá conceptuada así. El actual inquilino del banquillo cajista llegó a Málaga tras sufrir la destitución de un equipo que posteriormente descendió al LEB Oro, aunque señalarlo como responsable de ese hecho sería simplificar, y mucho.

Lidió en Málaga con cierto miedo no disimulado a bajar de categoría metido en el cuerpo de muchos, y lo solventó de manera suficiente, pero no brillante, y terminó de la misma forma que sus antecesores en el puesto en la historia reciente (Luis Casimiro Palomo y Fotis Katsikaris), con la idea de que había para hacer muchas más cosas, pero que con agua fría no se puede hacer una buena sopa.

Al igual que con el entrenador griego de Korydallos, atendiendo a intangibles más que a resultados, se le ha dado una nueva oportunidad. De manera tradicional, siempre he sido muy proclive a la continuidad del entrenador, tal vez porque, considerando que están de acuerdo en su trabajo, interpreto que Ibon Navarro está dando todo aquello que quiere el club que le paga, y por lo tanto, se espera que la imagen que termine dando sea la adecuada. Caso que no sea así, estaríamos ante otra oportunidad perdida.

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