Persistencia

30 Mar

Esta temporada atípica donde las haya, ha colocado al Unicaja ante el parón por la jornada de descanso de la segunda vuelta en una conocida mala situación. Las sensaciones que ha dejado el equipo con la derrota del pasado sábado ante el Hereda San Pablo Burgos parece un claro paso atrás en la recuperación de un Unicaja que se llevó un soberano revés en el partido que repitió muchos errores que se creían superados.

Ratos de buen baloncesto que no tienen continuidad, descompensación en el juego del equipo, con jugadores que se «borran» del encuentro sin motivo aparente, inconsistencia como seña de identidad, dependencia del tiro exterior llegando a ser imprescindible para la mera supervivencia dentro del partido al no tener el mínimo equilibrio interior/exterior y ataque/defensa. Y todo ello con esa losa que supone que no hay nada nuevo bajo el sol.

Quizá lo peor viene porque se esperaba que estos ratos de tinieblas en el juego fueran una página pasada, que el rival era una de las pruebas que el conjunto dirigido por Fotis Katsikaris tenía que ventilar para refrendar una mínima mejoría, o quizá lo exigible para tantas cosas que tenemos todos en la cabeza, pero el fallo, por la manera de producirse, las circunstancias del contrario y el tiempo que queda hasta el próximo partido (el sábado 10 de abril ante el MoraBanc Andorra) el tema para tratar va a ser éste.

No es que estuviéramos pensando en que todo era perfecto y que el equipo se había transmutado sin problemas, es simplemente que intentar encontrar algo salvable en este curso, pasa porque el equipo, aún perdiendo encuentros, no tenga esta vuelta a los abismos que se esperaban superados.

La realidad incómoda que vive el club malagueño es que un equipo como el San Pablo Burgos, mucho más humilde que nuestro Unicaja es digno de envidia desde Málaga. Pese a las lesiones, las ausencias por COVID y haber disputado un partido en Riga pocos días antes, tuvo la entereza y la solidez necesarias para aguantar la buenísima salida cajista y recuperarse dañando a los locales en los puntos débiles tan conocidos desde hace tiempo. En uno de esos días en que la defensa está fuera de lo admisible en una Liga como la ACB, con un juego interior blando e inofensivo, cualquiera de los interiores que puso el contrario hizo lo que quiso con los pívots verdes.

Vale que Malcolm Thomas tuvo el peor partido en su corto periplo con el Unicaja, pero el conjunto castellano no tuvo problemas con Jasiel Rivero y Jordan Sakho para liquidar a cualquiera que tuvieran enfrente. Sin un cuatro reconocible, o al menos de esos «modernos» que nos venden tan imprescindibles para el baloncesto actual que sin ellos no se puede jugar, el partido fue una tortura para los interiores verdes, y vale que el cubano está en un momento magnífico y que es un jugador en franca progresión, pero si alguien propone a Jordan Sakho para la batería de pívots del Unicaja, diríamos que era una copia mala de Viny Okouo.

Estoy seguro que se va a seguir trabajando para enderezar el mal camino e intentar hacer algo decente este año más allá que recordar el agarrón de Brandon Davies a Tim Abromaitis en la Copa del Rey. Cada vez es más necesario, más allá de la mejoría que experimentan los rivales, y de la orfandad que se muestra nuevamente dejando al entrenador como única voz del club, dejar de seguir repitiendo errores, haciendo pensar que lo que queda hasta final de temporada puede ser tan largo como incómodo de gestionar, dejando que el entrenador (que tengo la sensación que no cae bien a varios con voz y con voto alrededor y/o dentro del club) se queme estando permanentemente expuesto, repitiéndose esa señal de identidad que es no aparecer conforme las cosas se tuercen y usando los canales habituales de crítica velada hacia lo que se tiene dentro.

Por cierto, a raíz de la noticia que conocimos ayer de la dimisión de Eduardo García como presidente del Unicaja, el club consigue cerrar un cambio radical del proyecto de principio de temporada a ahora. Primero fue el entrenador, con el adiós de Luis Casimiro, después uno de los presuntos jugadores franquicia, con la salida de Volodymyr Gerun, y ahora se cierra el triángulo con la marcha del máximo representante del consejo de administración. Del recambio de Eduardo García y el perfil de presidente que se quiera tener dependerá el tipo de club que veamos a partir de ahora.

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