Aprendizaje.

23 Mar

Desde la semana pasada, hemos visto dos partidos de nuestro Unicaja. Del encuentro frente al FC Barcelona, poco podemos decir tras la exhibición defensiva (que luego repitieron en Milán en Euroliga) de los de Sarunas Jasikevicius, casi tres cuartos de encuentro es lo que aguantó el equipo malagueño mientras teníamos en la cabeza que la importancia estaba en lo que se hiciera el sábado en Santiago ante el Monbus Obradoiro.

La situación de este Unicaja hace que se pueda permitir pocos lujos, tras una parte extensa de la temporada desperdiciada por todo lo que ya se ha comentado en su momento, lo que queda debería de poder aprovecharse, sobre todo para empezar a trabajar pronto en la temporada próxima con una buena base.

Si el partido del Palau tuvo momentos de buena pelea, lo de Santiago tiene poca defensa. Pese a la victoria, una vez se baje mínimamente el momento alegría por ganar un partido en el último segundo, es para analizar y sacar conclusiones sin mucha dilación, sobre todo porque el encuentro en Galicia era de los que había que ganar casi por obligación. El contrario, un club con un trabajo muy serio tanto en despachos como en el banquillo tanto con José Luis Mateo como con Moncho Fernández tiene muchas limitaciones que las lesiones y la pandemia han acrecentado, con lo cual, aunque cualquier equipo ACB es complicado -y para este Unicaja, mucho más-, se ve capacitado para ganar a los chicos de Fotis Katsikaris.

Que el equipo gallego, que en la práctica se basó en la buena aportación de dos jugadores y medio (Kassius Robertson, Steven Enoch y a ratos Chris Czerapowicz y Jake Cohen) para necesitar que apareciera el talento puntual de parte malagueña para apretar el partido hasta casi la prórroga, no habla nada bien del rendimiento cajista.

A estas alturas del curso sabemos las bondades y los puntos fuertes de los nuestros, también las carencias y sobre todo, tenemos claro que o se ponen los cinco sentidos a tope los cuarenta minutos del partido, o el rival que sea es capaz de quitar de en medio al Unicaja. De nada sirve que por fuera haya mucho talento individual, pero parece que sólo sale cuándo se hace la guerra cada uno por su cuenta. Aunque se cuente con tres bases, la dirección tiene fallos palpables, todo ello por no hablar del juego interior, un auténtico solar que maquillan las aportaciones puntuales de Malcolm Thomas o Yannick Nzosa, o sea, el último en llegar y un chaval menor de edad.

Si este Unicaja quiere adecentar su temporada, ha de mejorar mucho, esos niveles de desconexión no se los puede permitir el equipo malagueño porque se ha ganado a pulso pelear por entrar o no en el playoff frente a BAXI Manresa o MoraBanc Andorra en lugar de estar en el grupo de arriba frente a rivales con nombre más sonoros y de mayor empaque, no me vale eso de poder aspirar sólo a la octava plaza y tener el cruce contra el líder y tener muchas posibilidades de caer en primera ronda, aunque con casi toda probabilidad sea así, hay que meterse arriba, por quitar lo que mínimamente se pueda de esa decepción tan grande que pesa sobre el entorno y empezar a reconstruir lo que se merece este club, la exigencia, el inconformismo y ese disgusto que transmite el entrenador griego creo que es muy útil.

Hay tantos problemas que paliar que alguno puede sentirse sobrepasado, pero exigir concentración y minimizar los errores es lo mínimo que ha de hacerse. Tal vez pensar dónde se estaba antes de empezar la temporada y dónde puede finalizarse, puede ser un buen examen de conciencia, toda vez que ahora, tras el próximo partido ante el Hereda San Pablo viene la jornada de descanso por la dichosa liga impar y, junto con eso de jugar un único partido en la semana, ha de servir que el equipo crezca en los entrenamientos.

Esta última semana se ha producido también la salida definitiva de Volodymyr Gerun del Unicaja, en mi opinión: tarde y mal, no voy a culpar al jugador, ninguno dejaríamos pasar la oportunidad que se le puso delante, lo que habrá que ver es quién lo fichó y quién lo defendió intentando vender una realidad tan ficticia como la calidad del jugador. No es el primer fichaje que sale mal y no será el último, pero la parálisis (habitual) en la toma de decisiones del club le ha dado tanto tiempo en la primer plantilla que ha perjudicado decisivamente, que haya preferido no salir antes por hacer valer un contrato en lugar de priorizar su evolución es un detalle que cada cual ha de evaluar, todo ello sin perder de vista que, aunque el ucraniano ya no es problema del Unicaja, no meterlo en los factores que han lastrado el curso 2020/2021 es un error que no hay que cometer, y si hay algo que hacer con esta temporada, es aprender de ella y sacar todas las conclusiones válidas que se pueda, el problema sería no asumir errores y responsabilidades.

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