Hace unos días, en los micrófonos de COPE Málaga (el otro medio con el que colaboro desde 2001), Emilio Guerrero entrevistó durante un buen rato al presidente del Unicaja, Eduardo García.
La entrevista pasó por todos los puntos importantes de la actualidad del equipo cajista, la suspensión de la competición europea, la realidad inmediata de la ACB con la “Fase Final Excepcional”, el futuro próximo de la misma para la temporada 2020/2021 y las relaciones del club para con los abonados y el coste de las entradas, todo ello envuelto en la realidad global con la incidencia del COVID-19.
El principal rector del Club Baloncesto Málaga, tuvo la oportunidad de hacerlo, pero no dejó ningún titular de los que poner a cinco columnas, las ideas que se podían tener prefijadas o encuadradas como una postura seudo-oficial del club malagueño fueron las que se pudieron oír el pasado viernes.
Vender las bondades del torneo final ACB (lo del nombrecito mejor lo dejo aparte, me hace torcer el gesto) viene muy dentro de lo esperado. De un lado, la posibilidad de conseguir una liga en sólo siete partidos es algo muy apetecible, porque no es comparable con un playoff al uso, además el recuerdo de la última Copa del Rey, en la que se rentabilizó la entrada en calidad de organizador y un sorteo realmente benévolo, es muy agradable y creo que dejó a los acérrimos cajistas con ganas de ver algo más del equipo verde. Por otro lado, la incertidumbre que se va a vivir sobre el estado de forma de los jugadores, la capacidad de adaptación a un torneo exprés, con muy poco tiempo para recuperarse entre partidos y esa lista de ausencias que, ya sea por fugas o por lesiones van a presentar los equipos, hace que cualquier tipo de análisis tenga muy poca base, con más dudas que certezas en todo lo que rodea a la cita de Valencia.
Los partidos que veamos por televisión vamos a disfrutarlos, con extrañeza por tener tanta grada vacía, sin la pasión del público y en un escenario que no es el que nos tiene acostumbrado la Liga ACB, seguro que por parte de Movistar+ se inventarán algo para que no nos chirríe tanto poder oír el bote del balón o los ruidos a pie de cancha que pasan inadvertidos habitualmente, pero no hay que olvidar que esto es un final de liga, no es esa temporada 1991/1992, en la que el conjunto entrenado por José María Martín Urbano, obligación presupuestaria y muchísima osadía mediante, tenía ocho jugadores fijos y añadió a diez más en edad júnior, que terminaron venciendo a Collado Villalba en un agónica eliminatoria por el descenso y después, por un capricho de la patronal jugó un playoff de clasificación que no sirvió para nada.
Todo esto mientras se aparece en el horizonte otra temporada con 20 equipos, un calendario más extenso aún y globos sonda ya lanzados sobre eliminar playoffs o formar dos grupos como se hacía en los inicios de la ACB, lo cierto es que otro verano convulso a la vuelta de la esquina con una clase dirigente que da muestras fehacientes que el cargo le viene grande -nada raro-, sólo hay que ver la clase política que tenemos, tanto en gobierno como en oposición.
Lo único que se ha traducido en cierta lógica ha sido la cancelación del final tanto de Euroliga como de Eurocup, cosa que por otro lado no deja de ser una buena noticia para Jordi Bertomeu, que puede seguir con su lobby de confianza, sin tener que quitar ni poner miembros nuevos.
Y lo que sigue sin definirse en la realidad es qué va a hacer el club de Los Guindos -pese a lo inesperado de la epidemia- para dar respuesta a los aficionados que han visto como el pago por un servicio contratado en verano (aunque se pague a plazos) no se materializa en los términos iniciales del contrato. Está claro y es de agradecer que el fraccionamiento de los pagos favorece al aficionado, pero también se esperaba alguna respuesta algo más contundente por parte de quien dirige el club, algo más allá del lacónico “estamos trabajando en ello (recordando a la clase política)” o ese clásico de “futuras mercedes” que se usaba en pleno Siglo de Oro. Aunque al final no nos paguen el recibo de la tele, no tenemos que perder de vista la dificultad que supone poner encima de la mesa cualquier solución, ya sea en esta temporada que no va a tener más partidos en Málaga, o la próxima, que no se sabe cuándo y de qué forma se podrán ver encuentros con público en la grada del coliseo cajista.
No es fácil, no. Mucho menos viendo cómo hacemos uso de las fases y de los desconfinamientos, porque aunque aún tengamos una pandemia en marcha a nivel mundial, como hemos estado confinados varias semanas (castigados injustamente según algunos) y hace calor, ya estamos todos curados y hay que salir a la calle a hacerle sangre a los bares, porque lo mejor para nuestra salud es exponernos todos nuevamente como si lo vivido desde el mes de marzo no hubiera ocurrido, y qué quieren que les diga, el torneo final de nombre raro seguro que lo veo, pero no va a ser lo mismo que siempre.