Muchas veces abrimos un debate que no existe con lo del baloncesto moderno y el tipo de juego que había antes, más que ponernos a ver si tal o cual jugador tiene sitio, o si la gestión de los equipos están en línea con lo que rivales y competición exigen. Lo que hay a día de hoy es lo de lidiar con al menos dos competiciones para la mayoría de equipos, con los viajes, con esa petición no escrita de necesitar trece o catorce jugadores para poder asumir las exigencias actuales o todas esas cosas que se van planteando durante la temporada.
Lo cierto es que el transcurso del año nos dice que este Unicaja, aún estando lejos del mejor rendimiento, y con la sombra de desconexiones que le hacen tener derrotas inesperadas, puede ganar algunos partidos. Aún pensando que los rivales pueden estar en el mismo tramo de construcción de los malagueños, lo que llevo visto del equipo que entrena Luis Casimiro Palomo, me transmite que aún está en el tramo de conocer y adjudicar roles.
No se trata del tema de la polivalencia y asumir que hay muchas piezas que pueden resultar útiles en varias situaciones, sino que aparte de ser capaces de jugar de tal o cual forma, el equipo malagueño ha de tener claro qué quiere hacer -sobre todo en ataque- y quiénes han de ser las primeras opciones. Jugando a lo fácil, a todos se nos va a venir a la cabeza la figura de Josh Adams, el cual, con la ausencia de Alberto Díaz, tiene mayor peso en el juego del equipo, sobre todo, porque el rol de base director tiene cada vez menos peso en la carga táctica del ataque global. Pero lo cierto, aún con la importancia capital que tiene el jugador estadounidense, la aparición de otros miembros del plantel provocan que incluso podamos hablar de un Unicaja más coral.
Que el equipo malagueño parezca con más diversidad a la hora de aportar en ataque no es algo que me lo pueda transmitir el juego que veo, ya que la aportación la veo más por la iniciativa individual de los jugadores, que por una solidez táctica en el juego de cinco contra cinco de los de verde. No sé si la vuelta de Alberto Díaz podrá ayudar, pero el funcionamiento del Unicaja como equipo, a día de hoy, depende mucho de la inspiración individual de cada uno.
Aunque se ha hecho casi una constante escuchar la diferencia de talento con respecto a la temporada pasada, vista ya una docena de partidos de este Unicaja, lo que realmente estoy esperando es que tácticamente el equipo esté más definido, tenga una conducción mayor desde el banquillo y que no me dé la sensación que la dependencia es de las piezas en lugar del engranaje.
Lo mismo, todo va a terminar dependiendo del transcurso del calendario, quizá es demasiado prematuro pedir tanto como a lo mejor estoy haciendo y que cuando lleguen los momentos importantes del curso todo va a ser mucho más reconocible, pero de momento, cada partido se me asemeja ver qué turno de intervención tiene cada jugador, o sea, a quién le toca jugar hoy.
No es más que mi opinión personal, pero no sólo ahora, cuando ya llevamos un tiempo viendo jugar al equipo, sino desde el inicio ya me manifestaba diciendo que era necesaria una gran dosis de intervención por parte del entrenador, creo que más allá de la inspiración que puedan tener los Adams, Toupane o Thompson en ataque por sus arranques personales, que el equipo tenga un patrón de juego más definido terminará ayudando mucho más.
Me estoy refiriendo al ataque porque defensivamente hablando veo al equipo evolucionar, aunque haya encuentros en los que tenga momentos de ausencia en la pista trasera, lo veo mejor atrás que hace un tiempo, mientras que en ataque creo que el camino que recorre necesitaría una dirección más rígida desde el banquillo, todo ello teniendo en cuenta que esta solución tampoco tiene por qué ser la resolución de todos los problema.
Lo repito otra vez, quizá es pronto y desde luego queda tiempo para dirimir la parte importante de la temporada, así que, de momento tiempo hay, ya iremos observando y la competición ubicará a cada uno en su sitio.