La primera muestra del Unicaja en la temporada 2018/2019 trajo la buena noticia de una victoria así como que se consiguiera frente a uno de los rivales que está en la frontera del enemigo como es el caso del Valencia Básket.
Con un arranque ideal de los jugadores entrenados por Luis Casimiro personificado en la figura de Kyle Wiltjer, el partido tuvo todos los ingredientes buenos para ilusionar a la parroquia malagueña en el estreno del curso, y ya se sabe lo proclives que somos por aquí a dejarnos llevar por las buenas noticias y ponernos al servicio de la euforia, es algo casi instantáneo.
De todas formas, y al igual que me ocurre desde hace tiempo, hice mía la filosofía que tenía el añorado Paco Rengel, al equipo habrá que verlo cuándo llegue diciembre, habrá que preguntarse entonces a qué aspira y dónde hay que fijar el listón del nivel de exigencia y del objetivo a cumplir, entonces y no antes, será el momento.
No obstante, no hay que dejar de lado que el inicio ha sido bueno, casi tan bueno como cuando hace cinco años Joan Plaza aterrizó en el banquillo cajista, vaya a ser que ahora se nos olvide que al entrenador catalán se le rindió pleitesía desde su llegada y con todos sus peros desde el principio, y, aunque si bien su final fue el que se barruntaba desde hace un tiempo y que estaba lejos del deseado por todos, no se nos deben olvidar algunos detalles: a este club nuestro siempre le ha ido bien en las situaciones que el entrenador ha sido intervencionista hasta el extremo, cada vez que se ha marchado un entrenador “incómodo” para la dirección se le ha sustituido por otro con vitola de no plantear problemas por decisiones institucionales que puedan ponerse en tela de juicio y sobre todo, tras unas temporadas muy difíciles, Joan Plaza a algunos les pareció la luz al final del túnel, a aquellos que no les gustó en ningún momento, sólo les tocó esperar y tener mucha paciencia esperando que llegara el consabido bajón que terminó apareciendo.
Todos sabemos cómo acabó la estancia de Joan Plaza en Málaga, y creo en serio que si alguien ha encuadrado a Luis Casimiro Palomo en el grupo de entrenadores dóciles se equivoca, una cosa es ser educado y discreto y la otra estar de rodillas a expensas de lo que te ordenen, así que, ahora toca ilusionarse, animar y tirar de paciencia para ver que puede ofrecer este grupo, eso sí, lo que ha ofrecido durante gran parte del encuentro del viernes pasado anima a pensar que va a ser divertido, sobre todo porque mientras ha habido combustible, el equipo no ha economizado esfuerzos, y eso es de agradecer.
Por fin llegó el ansiado regreso de la liga. Que la ACB tarde tanto tiempo entre la final y el comienzo de la temporada siguiente no es bueno, es más, hay momentos en los que desespera y da la impresión que da lo mismo lo que ocurra con el aficionado, pero que en la primera jornada se tenga que suspender un partido por razones “técnicas”, es decir porque el crono no funcione convenientemente, no es una mala noticia, simplemente es un ridículo de tintes históricos para una organización que va presumiendo de ser la mejor competición nacional fuera de la NBA, y aunque lo natural sea buscar culpables en Lugo, dudo mucho que el Breogán y su gente no se hayan tomado en serio la vuelta a la ACB teniendo en cuenta que la última temporada que convivieron con la élite de la canasta hispana fue la temporada 2005/2006.
Hay que dejar pasar el tiempo para ver cómo evoluciona el equipo del Unicaja, para cuando vuelva a escribir sobre el mismo, “sólo” se habrán jugado tres partidos más, todos ellos lejos de Málaga, en Vilnius, Fuenlabrada y Madrid, pase lo que pase en cada uno de ellos, nada será definitivo, simplemente será ir quemando etapas, aunque de momento el inicio ha estado bien, porque pese a que el rival tuviera bajas sensibles, no hay que olvidar que tiene una plantilla real de catorce jugadores, sin miembros de relleno que de forma efectiva terminan no contando para el entrenador. El tiempo dará o quitará razones.
Pues hay que esperar.
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Oct