Prepararse para reflexionar.

29 May

Esta columna se publica el mismo día en que el Unicaja puede jugar el último partido de la temporada 2017/2018. Me parece muy obvio escribir que ojalá no lo sea, pero más allá de los buenos deseos que pueda tener con respecto al equipo, lo cierto es que lo transmitido en los últimos tiempos no hace albergar sensaciones excesivamente positivas, y aunque los playoffs estén ahí para que se den sorpresas y poder alterar la clasificación, el partido de esta tarde, requiere de la mejor versión del equipo en cancha, y sobre todo de la afición, que si de verdad quiere hacer honor a la importancia que se le da -muchas veces por inercia-, ahora puede ser la última ocasión que se tenga.
Más allá de la posibilidad cierta de acabar ya la temporada o seguir en la pelea, tengo la firme creencia que hay que trabajar y mucho cara al año próximo.
Hay que ir más allá del cambio de cromos habitual de cada temporada, con independencia de jugar una u otra competición, se tiene que realizar un ejercicio serio y reposado sobre qué se quiere hacer y qué se necesita para ello, si el modelo de club que se pretende tener está pensado siquiera y de qué forma articularlo.
Aún cambiando radicalmente la situación, sería necesario ver desde dónde se parte y a qué se quiere aspirar, porque esa letanía de ser aspirantes a todo y estar capacitados para cualquier cosa tenía su valor real hace un tiempo, pero de unos años para acá, el estatus de aspirante a títulos no se ha cumplido más allá de la gran sorpresa que fue ganar la Eurocup, el Unicaja que tenemos ahora, está arriba, pero en un escalón inferior al que tuvo el de los días de gloria, eso es algo que queda lejano,
De entrada preguntaría a los que dirigen el club si el entrenador ha de continuar a cualquier precio, si lo que ha ofrecido en la última parte de su estancia en Málaga sigue siendo válido para lo que tengan en mente o simplemente se le valora por lo ofrecido en su día, sobre todo me gustaría saber si entienden que como director del equipo y gestor del grupo que sale a cancha es el que quieren tener, o siguen pensando el valor añadido que les supone tenerlo como portavoz, imagen del club y escudo ante todo el tipo de incidencias que se generen con respecto al Club Baloncesto Málaga, porque eso es lo que ha terminado siendo Joan Plaza con el paso del tiempo.
¿Es un mal endémico del club?, no lo sé, pero es algo que se va repitiendo en el momento que el entrenador tiene algo de galones y se asienta y le toma el pulso al club, parece que es algo hasta cómodo para los dirigentes, el mismo presidente, en su toma de posesión anunció “el final de la época de los entrenadores que mandaban en el club”, pero creo que Plaza ha terminado teniendo una parcela de poder que él mismo no se imaginaba al llegar a Málaga, aparte de su buen trabajo (a ver si alguien va a pensar que no ha hecho nada en condiciones), sobre el papel y desde fuera, parece que ha tenido menos roces con la cúpula directiva, y eso tiene pinta de ser un plus.
Habrá que ver si es posible dar con el golpe de pedal que necesita el club, habrá que ver también quiénes son los responsables y encargados de reconducir parcelas imprescindibles para el desarrollo adecuado del mismo, no para la entelequia de querer pelear por títulos y todo eso que pertenece al pasado y a una idea equivocada que no es correcto vender, sino para darle la solidez necesaria a un proyecto de club que salvo giro radical, va a seguir contando con un presupuesto que va a permitir estar arriba, no en la cúspide, pero sí en un terreno que lo va a habilitar para pelear con los mejores y va a exigir algo más que jugar playoffs o llegar a la Copa del Rey.
El mundo del baloncesto está lleno de ejemplos de presupuestos mal gestionados y de equipos ricos que terminan teniendo el dinero por castigo y cuya construcción obedece más a la videoconsola que la lógica profesional, sin ir más lejos, antes de la época dorada del Fenerbahçe, en la temporada 1998-1999 ya tuvieron una intentona con Zan Tabak recién vuelto de la NBA y nombres ilustres en Turquía como Ibrahim Kutluay o Conrad McRae, empezaron la casa por el tejado y el resultado, un fracaso que para la siguiente vez arreglaron con las bases sólidas conocidas, un entrenador de postín (Zeljko Obradovic) rodeado de grandes nombres en los despachos (Maurizio Gherardini, Omer Onan) y los jugadores mejores, pero dentro de una organización que está por encima de los nombres.
Alguno me dirá que la comparación no se sostiene, hay muchos más por ahí que preferirán algunos, pero entiendo que este año, lidiando con la dureza de la Euroliga y la exigencia de la ACB y sus contrarios ha de servir para dejar ese ritmo rutinario y errático que está marcado más por circunstancias resultadistas que por una concepto real, consciente y madurado de club.
Todo esto habrá que ponerlo a funcionar conforme caiga el último segundo de la temporada, mientras llega, todos sin discusión tenemos el ineludible compromiso de aportar lo que se pueda para alejarlo lo más posible en el calendario, así que ya se sabe, de entrada, esta tarde a ocupar todos los asientos posibles del Martín Carpena, para que los del parquet no echen de menos a nadie, porque nosotros no queremos echar de menos el baloncesto de élite tan pronto.

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