Una cara distinta.

Se dice que la gente se acostumbra rápido a lo bueno, pero de tener varios partidos en la semana puede ser complicado, pero que sólo haya habido partido el viernes y no se vuelva al fragor de la batalla hasta el viernes próximo me ha dejado un poquito huérfano de la emoción que es la disputa de competición oficial, sobre todo porque con las adicciones, lo que uno lleva peor es dominarlas y conformarse con las dosis que le dan, es como quedarse corto.
Aunque el equipo malagueño esté inmerso en esa racha de derrotas que no importa hacerla sinónimo de crisis, la última cosechada, ante el CSKA y previa al viaje a Atenas, tiene una cara muy distinta de las otras que ya ha tenido el grupo que entrena Joan Plaza, con doce derrotas en diecinueve partidos oficiales, hay muchas sensaciones para elegir cada vez que no se ha vencido.
En ocasiones pasadas me he referido a la capacidad de rentabilizar derrotas que tenemos en Málaga, no es la primera vez que lo hemos hecho y creo que este año no va a cambiar. Lo que tiene que variar es lo que ofrece el equipo. Lo que no se aguanta es la cara que el equipo ha dado en varios encuentros, no sólo porque se sabe que se podía ofrecer otra diametralmente opuesta, sino porque además, tras cinco años repitiendo esa máxima de “podremos perder, pero vamos a dar la cara hasta el último segundo” que Joan Plaza ha mantenido desde que tomó posesión del banquillo cajista, nos encontramos que en cierto modo se traicionaba lo que pretendía ser una seña de identidad.
Este año cualquier acto se magnifica, pero no es ni más ni menos lo que conlleva estar ahí arriba, ganarle a un Fenerbahce en obras en el primer partido, sirve para darte un subidón, estar soso e inapetente en San Sebastián o Andorra te condena a intentar la heróica ante CSKA o Panathinaikos.
No está probado, pero si la actitud del último partido hubiera sido la constante en los anteriores, el resultado seguro hubiera sido otro, y aunque no se esté tratando de máquinas, sino de personas, las ganas y el esfuerzo aparentemente desplegado no tenían comparación. Y que sea necesario recordar esa idea que el entrenador pretendió que fuera una marca de ADN, significa que algo falla.
Este descanso de la Liga ACB a causa de las ventanas FIBA, nos ha mostrado una cara de Sergio Scariolo fuera de los parámetros habituales, contar con jugadores no pertenecientes al grupo de élite, para enfrentarse a contrarios de similar nivel saca del argumentario lo fácil que es entrenar a los Gasol y compañía, no sólo por la fragilidad mental mostrada al olvidar esa página negra de nuestro deporte llamada Juan Antonio Orenga, sino porque cumplir con ese trabajo libera de la ansiedad generada por tener que conseguir la clasificación para el Mundial de China y por ende para los Juegos Olímpicos de Tokio, aunque no hay nada conseguido aún, es preferible no estar en el sitio de Croacia. Eso sí, mis respetos para todos los que han cumplido con su trabajo, han demostrado saber estar muy por encima de los dirigentes que viven a costa del trabajo de los jugadores.
Lo que espero es que no tomen esto como algo normal, y pensar que cualquiera con una camiseta roja es invencible, ni siquiera Ironman lo era, y para la próxima vez intenten evitar el bochorno vivido, pero me temo que no les va a caer un rayo a los que viven a costa del trabajo ajeno y van a pensar con algo más que el bolsillo o el estómago.
No quiero cerrar sin dar mi opinión sobre el trato dado por Mediaset a los partidos de la selección, no hace falta que me digan que todos los ases de los equipos han faltado, pero no quiero recordar el tratamiento que se la ha dado en televisión cuándo ha tocado fútbol frente a equipos como Israel, Albania o Liechtenstein que tradicionalmente presentaban más dificultades cuándo en el colegio te preguntaban por su capital en Geografía, eso sí, al menos nos hemos enterado que hay un canal que se llama BeMad, y que además, si te gustan los perros, siempre te puedes dar una vuelta, porque vas a ver mascotas hasta hartarte.