Toca hacerlo ahora.

18 Ene

Entre mi columna del martes pasado y ésta, a este Unicaja de nuestros desvelos se le ha aparecido un nuevo jugador –Alen Omic- y se ha emitido el dictamen sobre el primer título a dirimirse esta temporada, si se quiere hacer algo más que una breve parada en Vitoria, hay que ganar al FC Barcelona en el partido de cuartos de final, y a partir de ahí, ponerse a soñar.

Cara al torneo de la capital vasca, el sorteo ha deparado un rival de los considerados intocables, de aquellos que además la historia copera dice que nunca ha sido vencido por los chicos del abanico y que pertenece a esa élite dirigente que puede tener todos los fallos del mundo que, de aquí al mes que falta antes del enfrentamiento en el Fernando Buesa Arena, puede seguir cambiando la plantilla en la medida que vaya queriendo y sin mayor problema presupuestario ni fiscalización alguna sobre si sus gastos son adecuados con respecto a los recursos que genera.

Esa sentencia tan castiza que habla del “dinero por castigo” y que hace que los equipos futboleros en España gocen de una envidia ganada a pulso y que roza el odio, provoca que, aunque la posición de los catalanes entre los cabezas de serie lo pudieran tildar del menos poderoso de los del grupo superior, no sólo no les hace perder la condición de favoritos, sino que la duda que generan es si además del fichaje del ex cajista Vítor Faverani, no habrá algún retoque más en el plantel de Giorgos Bartzokas, el cual, con el brasileño llegado desde Murcia, habrá empleado ya la friolera de dieciocho jugadores esta temporada.

La fortaleza del rival deja muy lejos pretender ver los posibles rivales en una hipotética semifinal. Pensar en Herbalife Gran Canaria o Valencia Básket es casi una entelequia, mucho más en los que van por la otra parte del cuadro, a mi parecer, salvo la eliminatoria Real Madrid-MoraBanc Andorra, se puede dar por muy abierto casi cualquiera de los enfrentamientos, pese a lo prematuro que puede resultar emitir un juicio a tanto tiempo vista.

Lapso de tiempo largo y dilatado, sobre todo porque estas cuatro semanas tienen de menú, aparte de la consabida Liga ACB, el desenlace del Top 16 de la Eurocup, algo primordial que el equipo de Joan Plaza ha encarado de forma conveniente con las victorias ante ALBA Berlín y Cedevita Zagreb. Es pronto saber que se puede hacer cuando llegue el momento en la Copa del Rey, camino de la cita del mes de febrero, lesiones aparte (algo tan imprevisible como consustancial a nuestro deporte), hay que integrar a Alen Omic en el equipo, con lo cual habrá que darle una nueva dimensión y que debe de caminar por fuerza a un mayor equilibrio sobre todo en el juego de ataque, provocando que Dejan Musli tenga competencia en la posición de pívot y que haya de competir por minutos, evitando la orfandad de peligro interior que se plasmaba cada vez que el serbio se ausentaba.

Una vez se le ha deseado la mejor de las suertes a Hamady N’Diaye lejos de Málaga, me pregunto por las causas que realmente provocaron su fichaje. Si la llegada del africano viene por la baja inesperada de Trevor Mbakwe, la partida presupuestaria dedicada a ambos espero que no fuera la misma, si el problema de la lesión del actual jugador del Zenit liberó una cantidad superior a la que se empleó en la del senegalés, ¿se reservó en previsión un importe o se guardó para otros menesteres? Lo cierto, es que un jugador de la edad de N’Diaye, que con pasaporte Cotonou (esa sonrojante feria en la que se han convertido la contratación de jugadores), y experiencia internacional, no hubiera pisado ninguna liga europea -salvo una experiencia en el Bnei Herzliya israelí, club que no pelea por el título- no era algo que avalara su trayectoria. Personalmente, esperaba que apareciera como especialista defensivo y que tuviera la contundencia cerca del aro que ha ofrecido de manera esporádica, creo que esa versión de Kenny Miller con diez centímetros más que se esperaba con su fichaje, ha tenido el crédito que esta plantilla le podía dar, si encima comparo sus números con los de Viny Okouo creo que, ante la posibilidad de la llegada de Alen Omic, se ha actuado como había que hacerlo, intentando enmendar lo antes posible el error cometido al traerlo para que la plantilla cuadre y muestre un mínimo de equilibrio.

Dentro de un mes tendremos la duda de ver si se le podrá hincar el diente al Barça o no, pero mientras llega, hay que integrar un jugador, dejar de ir otro, cuadrar el juego de la plantilla, ver cómo evolucionan los rivales, disputar el Top 16 con  aspiraciones por primera vez desde hace mucho tiempo… ¿difícil?, el momento es ahora, no más tarde.

 

2 respuestas a «Toca hacerlo ahora.»

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