Geografía imaginativa.

20 Jun

Esta semana termina la temporada ACB, desarrollándose la final entre FC Barcelona y Real Madrid, que se puede calificar de futbolera, esperada, deseada, repetida o incluso necesitada, pero viendo tal y como va la misma, y la promoción que está teniendo más allá de nosotros -los locos por nuestro deporte-, habría que añadirle el calificativo clandestino, o que alguien me explique si la promoción que se está haciendo de la misma no lleva la firma del peor enemigo del baloncesto o de alguien que odia tanto el deporte de la canasta como para desear su destrucción eterna.

Un año tras otro, problemas de este estilo se repiten y da igual que se vean grandes partidos entre blancos y azulgranas, al final, lo vemos los de siempre, y eso no tiene ningún beneficio añadido para ese producto que hay que seguir vendiendo llamado baloncesto, a los que hay que captar es a aquellos que lo ven de forma circunstancial o esporádica, a los frikis ya nos tienen captados.

Una situación que se sigue repitiendo lamentablemente, es la triste historia de los pasaportes de la tómbola ACB, esa dónde ya no nos basta con asistir a esa vergüenza que es ver jugadores con documentación falsa, otros con nacionalizaciones realizadas de forma exprés a cambio de dinero o contraprestaciones, para las cuales son imprescindibles el agente, calificarlo de triste es quedarse muy corto.

Tras casos conocidos  -por lo lamentable, no por otra cosa-, como los de KC Rivers, Andy Panko, Marcus Slaughter, los pasaportes conseguidos de forma casi chistosa por CJ Wallace con la República del Congo o Jacey Carroll y Nik Caner-Medley (más azeríes si cabe que Garri Kasparov), nos van a terminar pareciendo hasta normales. A estos últimos se les une Justin Doellman, que, casualmente el último año de su contrato, y cuando sus actuaciones apuntan que puede no seguir en el FC Barcelona, encuentra su nacionalidad preferida en Kosovo, país que no existe para España, pero que va a ser el aliado perfecto al estar reconocido por FIBA, esa misma organización identificada como el enemigo número uno de la Euroliga y sus componentes (o sea, los equipos de la liga española), un pasaporte de esa región que no reconocía ni el glorioso Mariscal Tito en la antigua Yugoslavia no te sirve para entrar en nuestro país, pero jugar con él es como ser francés, italiano o belga: puertas abiertas.

He escrito muchas veces de esta circunstancia y siempre llevo la misma idea en la cabeza: ya que se sortea la ley para imponer el tema de los cupos (ilegales a día de hoy, no hay más vueltas), ¿es tan complicado que los jugadores que no sean cupos de formación puedan venir de cualquier lugar del universo?, ¿no se dan cuenta que así se acaba de una puñetera vez con este bochorno que nos ataca cada verano?, ¿o serán que no hay ningún interés en arreglarlo? Para que nadie piense que lo del jugador de Cincinnati es algo aislado, Darius Adams jugará con Bulgaria y esta misma semana veíamos como Mike Dixon, base del CEZ Nymburk checo estaba a punto de conseguir el pasaporte de Georgia, no de Albania, que era lo que se había publicado, claro que tiene toda la importancia del mundo, porque el AEK Atenas está tras su fichaje, como americano interesa menos que como “europeo”.

Este nuevo episodio que de forma tan poco edificante se vive en nuestro deporte, ha convivido en el tiempo con otro capítulo que ha significado pasar por otra temporada más sin ascensos ni descensos, con la constatación de la no consecución del dinero necesitado por el Ourense Baloncesto para refrendar lo que consiguió hace una temporada en la cancha. Este año tanto Quesos Cerrato Palencia, como Melilla Baloncesto se han encontrado en la misma circunstancia de los gallegos, ahora están pidiendo la posibilidad de mantener los derechos durante doce meses e intentarlo el verano próximo, con lo cual, al terminar la temporada 2016/2017 puede haber cuatro equipos de LEB rezando para intentar llegar a la ACB, honestamente, esta tomadura de pelo aburre, desvirtúa la competición y llega a nivel de engañabobos, no se me ocurre darle otro calificativo a la permanencia en ACB de Movistar Estudiantes y RETAbet.es Gipuzkoa.

Sobre todo esto tengo un par de dudas, la primera es si en fútbol alguien se atrevería a insinuar a Deportivo Alavés, CD Leganés u Osasuna que tienen que cumplir con un decálogo de exigencias impuestas –entre otros- por Rayo Vallecano, Getafe o Levante. La otra es cuántos equipos ACB serían capaces de juntar casi nueve millones de euros en menos de un mes, que es lo que se le viene exigiendo a los equipos que llegan desde LEB, luego nos venderán las bondades de una competición y otra, pero lo cierto es que todos sin excepción quieren huir de la LEB y la imagen vital de la ACB se parece al Dorian Gray de Oscar Wilde, con mucha mejor fachada que interior, no nos puede extrañar que fuera tenga tan buen cartel, pero la verdad, me gustaría que mejorase antes de llegar a la destrucción total.

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