Vuelta a la competición para el Unicaja, tras el comentado parón de un par semanas, y acabar la participación de la Euroliga. El equipo comandado por Joan Plaza se mete en la vorágine que supone afrontar la recta final de esta temporada, además con una circunstancia que tiene que motivar, pero que a la vez presiona y consume: estar arriba en la pelea del liderato de la competición ACB. El final se irá viendo con el paso de las jornadas. El sábado, en un partido siempre especial ante los vecinos del Baloncesto Sevilla –aunque los últimos enfrentamientos no se habían parecido a los añejos Unicaja-Caja San Fernando/Cajasol–, la situación del equipo de la desaparecida caja de ahorros sevillana, adquirida por La Caixa en 2012, lo ponía en el plano de equipo en la parte baja de la tabla que cobra una peligrosidad manifiesta de la mano de la necesidad que impone tener que vencer en lo que queda. En esos momentos hay dos caminos a tomar: o la angustia atenaza a las personas y las paraliza o el hambre espolea las habilidades y los menos favorecidos se convierten en fieros competidores que, ante la visión del patíbulo, ganan casi todas las disputas. Esta última situación fue la que se dio en el pabellón de San Pablo. La expectación generada recordaba los buenos tiempos y ahí quien falló fue el colectivo de nuestra ciudad. La sensación que saco del partido fue que para ganar. Primero hay que desearlo, y los jugadores de ese buen entrenador que sigue siendo Luis Casimiro Palomo así lo hicieron. Estuvimos esperando que apareciera nuestro equipo, pero no fue así. La prolongación en el tiempo de la pelea que tiene a Unicaja aguantando la primera posición durante tanto tiempo es algo que desgasta, sobre todo en una plantilla que dobla competición y que entre sus miembros tiene a jugadores de talento, pero no con la suficiente solidez para aguantar el vértigo lógico que produce estar con el máximo objetivo siempre A la forma de llevar el equipo por parte del entrenador Plaza se le pueden poner peros, como a cualquier actuación, mas lo que no se puede negar es la creencia y la perseverancia en un modelo a seguir. El desarrollo del mismo a lo largo de la temporada, poniendo siempre un trabajo coral, solidario y honesto fue lo que se echó de menos en Sevilla. Los locales pusieron todo lo que tenían. Enfrente no hubo un nivel de intensidad adecuado, no se presentó la oposición necesaria y pareció que daba la respuesta habitual del estudiante malo: «si yo me pongo y lo hago…». Esto tuvo una traducción en unos minutos de juego que, especialmente en el tercer cuarto, fueron quizás los peores que les recuerdo al equipo. Aunque se cambió la cara para el último cuarto, apretando atrás y dejando a los sevillanos en sólo 9 puntos, la falta de concentración siguió siendo una constante y resultó el mayor lastre para conseguir la victoria. Ante la mala cara ofrecida el sábado, sólo queda que los jugadores tengan un rato de introspección íntima, se reencuentren y que a la primera oportunidad den de inmediato la respuesta que se les espera y que no es ni más ni menos que la que llevan poniendo en escena durante toda la temporada. Cualquiera, con toda la razón del mundo, me puede decir que el último sitio donde te lo van a poner fácil va a ser en la casa del actual líder, que además lleva un año dulce con un título ya conseguido y otro en puertas por el que luchar. Pero si los chicos de Joan Plaza quieren poder pelear por estar todo lo arriba que se desea, hay que ir a ganar a Madrid con todos los sentidos activados, al igual que con Zaragoza, Obradoiro, Barcelona y Bilbao, rivales restantes durante el próximo mes, momento en el que este grupo tiene ante sí la posibilidad de cerrar la mejor Liga Regular posible. Mucho y duro trabajo, sobre todo porque durante este tramo de competición estar entre los primeros faculta colocarse para el play off. A veces es algo secundario quedar tercero o cuarto, pero ahora, con la carga simbólica que tiene el primer puesto, es cuando aquí se espera que el equipo dé la cara. De entrada, porque se merece el premio de estar arriba cuando lleguen las eliminatorias; y también porque Plaza tiene razón cuando dice que este equipo puede aspirar a ganar la Liga, pero para ello ha de ofrecer lo que ha dado siempre. La última jornada ha de quedarse en una lección a aprender para no repetirla por parte de los que llevan haciéndolo bien en el global de la campaña.
El hambre es un estado de ánimo
28
Abr