Ha sido un placer

24 Jun

Aunque hablaba del final de la temporada 2013/2014 para el Club Baloncesto Málaga, lo cierto es que el cierre de curso para el club ha llegado este pasado sábado. Con el Campeonato de España Infantil en Cambados se da por finalizado el periplo para los jugadores de Los Guindos en todas las competiciones oficiales. El trabajo ahora está lejos del parquet y en manos de los que no llevan camiseta.

A la conocida realidad del equipo ACB, las categorías inferiores del Unicaja le suman tres campeonatos de Andalucía, dos subcampeonatos de España y un cuarto puesto. Es pública mi relación este año con el equipo infantil, del que ha formado parte mi hijo Jorge. El conjunto que ha dirigido Manolo Bazán ha jugado la final de todas las competiciones en las que ha participado: ocho en total, ganando los torneos de Castelldefels y Elche y los campeonatos de Málaga y Andalucía, quedando subcampeón en los torneos de Sant Adrià y Olmedo, la Minicopa ACB y el campeonato de España.

¿Es bueno el bagaje y el resultado? ¿Ha respondido el equipo a las expectativas? Ni voy a evaluarlo, ni soy el responsable de hacerlo, aunque personalmente creo que esta generación del 2000/2001 puede dar varios jugadores más que aprovechables a la cantera de Los Guindos para que se desarrollen y crezcan como jugadores, han demostrado que capacidad de trabajo y competitividad vía talento y esfuerzo tienen de sobra, cosa que han plasmado en todo momento que han saltado a cualquier cancha.

Mi relación con nuestro deporte, más allá de la de mero aficionado, comenzó hace casi 35 años, mis vínculos son como jugador, entrenador, padre de jugadores y estar relacionado con los medios de comunicación. Casi siempre y de manera natural suelo analizar lo que va ocurriendo, y aunque la experiencia de estos años pueda servir, no sería justo -pese a los magníficos años vividos cuando mi hijo Carlos jugaba-, si encontrara tiempos mejores que los que me llevo éste gracias a Jorge, sus trece compañeros y el entorno del equipo.

No me hace gracia la palabra entorno, pero ahí englobo al cuerpo técnico que han formado Manolo Bazán, Nando González y Antonio Morón y sobre todo a los familiares (padres, hermanos y abuelos) de los chicos que han vivido uno de los años que, a buen seguro, recordarán en su vida.

Hace tiempo, cuando la cantera cajista tenía siete equipos (dos por edad, más el filial), la competitividad entre los chicos que querían vestir de verde era diferente. Ahora, con cuatro solamente por razones que no entiendo (dos cadetes, un infantil y un júnior), y sabedores del abismo existente en todos los aspectos que supone formar parte del Unicaja o cualquier otro club en Málaga, ver las sesiones de entrenamiento en agosto o septiembre te llevan a pensar en la lucha sin cuartel, versión siglo XXI, que poco tienen que envidiar a los playgrounds americanos. Teniendo en cuenta que los chicos vienen de sitios muy diversos: tres de ellos de fuera de Málaga (dos de Granada y uno de La Línea), y cada uno con un rol diferente en su equipo de procedencia, es muy complicado, al menos en esta categoría, encajar las piezas para que el rompecabezas resulte agradable, el ensamblaje adecuado, y los retos de formar para el futuro y competir en el presente se puedan compaginar en el día a día.

El devenir diario ha sido muy duro, no sólo por alto nivel de los entrenamientos, de los estudios y la competición y lo complicado que puede resultar trabajar sin descanso para luego no tener los minutos en cancha que se puedan pensar de justicia (cosa que en todos los jugadores es lícito que crean, aunque estén en la NBA). El encajar viajes con exámenes y la inmadurez natural de los 13 y 14 años ha sido otro escollo a solventar.

La brutal exigencia que la competición, el club y el baloncesto autoimpone, provoca que este grupo, al igual que se unió a principios de septiembre pasado se rompa ahora, a todos nosotros, nos quedarán recuerdos vividos, experiencias acumuladas y momentos que resultarán inolvidables. Y digo que a todos nosotros, porque más allá de lo que han vivido los chavales, para un servidor, los ratos compartidos con el resto de todo el conjunto pasan a ser imborrables. Creo que todos en mayor o menor medida lamentaremos que este año se acabe, sobre todo porque me llevo la impresión de haber visto a muy buenos jugadores defendiendo y creyendo el espíritu del Unicaja, que además fuera de la cancha han demostrado que, aun quedándose sin jugar (porque al ser catorce en plantilla, dos no podían competir siempre), ellos hacían equipo, animaban y trabajaban sin envidias ni rencores para poner al entrenador en todos los problemas del mundo para elegir al día siguiente. He conocido gente que merece la pena, pese a lo exigente que pueda ser uno. He pasado muy buenos ratos.

Aunque yo no haya jugado la final de la Minicopa, no haya sido campeón de Andalucía y no sea subcampeón de España, este año he tenido unos compañeros en la grada, en la cancha y en el banquillo que se me quedan para siempre en los primeros lugares de mi memoria, y aunque haya tenido muchos, los mejores tienen que estar todo lo arriba que se merecen, y mi cima se amplía para todos ellos, porque en ella, o caben todos o no hay sitio para nadie. Abrazos y besos, siempre.

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