Ni progresa ni adecuadamente

19 Feb

Tras el paréntesis de la Copa del Rey, otra más que el Club Baloncesto Málaga envía al limbo por méritos propios, esperábamos que el periplo que lleva al equipo de Jasmin Repesa durante cuatro partidos lejos de Málaga tuviera un trayecto diferente.

Hay veces que uno puede pecar de iluso, o por lo menos se dedica a verbalizar pensamientos positivos que tienen más apoyo sentimental que real. Créanme que es muy complicado sentarse a escribir cosas que dejen opiniones positivas. Pero ahora, aunque el equipo malagueño haya tenido la oportunidad de mejorar la cara que estaba dando, el haber tenido este sucedáneo de pretemporada por el parón de la competición copera, daba la opción del cambio de entrenador, culpable señalado desde varios lugares, y no se ha hecho.

Hace ya tiempo que Jasmin Repesa perdió el respaldo que tenía al llegar, incluso por delante del entrenador que sustituyó, Luis Casimiro Palomo, que al menos cubrió con el objetivo que tenía cuando se le fichó, si fue un objetivo mínimo o no, habría que discutirlo en otro sitio y momento. Tras agotar con una rapidez inusitada el gran crédito que encontró incluso antes de fichar por el Unicaja, el seleccionador croata y su equipo encontraron que el apoyo del Consejo de Administración del club desbarató el cambio de timonel en la nave durante el parón, que hubiera sido el momento ideal para que un entrenador nuevo hubiese contado con el tiempo necesario para hacerse con el equipo. La reanudación de la competición, con cuatro partidos lejos de Málaga, dos en Alemania, frente a los dos equipos más flojos del Top 16 –Alba Berlín y Brose Baskets- y dos partidos en la Liga ACB frente a Asefa Estudiantes y Blancos de Rueda Valladolid, hacían pensar en una situación adecuada para hacer remontar el vuelo, se le quitaba la presión al equipo que tiene jugando en el Martín Carpena y los viajes no resultan especialmente complicados ni deportivamente ni en ningún aspecto.

Como viene siendo tristemente habitual, el alumno que se enfrentaba a nueva convocatoria de pruebas examinatorias, demostró pronto que no progresa adecuadamente, eufemismo usado como sinónimo de suspenso. Arrancó con mejor resultado que sensaciones en el O2 berlinés, en un partido que fue más un empujón a salir a la calle a realizar cualquier encargo que un encuentro digno de la pseudo NBA europea. El golpe de suerte en forma de triple de Marcus Williams alargó hasta el domingo el leve halo de esperanza que entre todos nos autoconvencemos que hemos de tener con este equipo. Pero ponerse a ver a este grupo vestido de verde es tener la duda sobre en qué momento nos aboca a cambiar de canal o salir a la calle para no terminar discutiendo con quien sea en casa. Ahora mismo el juego que despliega este CB Málaga que ya suspendió la primera evaluación, no deja de ser el mejor embajador del fútbol, el salir con los amigos, leer un libro, ir al cine, pasear por la playa o sentarse en cualquier sitio a perder el tiempo antes de ponerse a verlos de jugar, sin importar si vas solo o en grata compañía.

Juro que me gustaría hablar de otra cosa, pero sería mentir más que algunos políticos. Tras sufrir el partido del domingo ante Asefa Estudiantes, sólo tengo como excusa la adicción por este deporte y entender este club como parte de mi ADN para justificar que voy a seguir acudiendo al Palacio de los Deportes. Si alguien me pide razones para seguir ahí, sólo puedo decir que es mi vida y que este continuo castigo al que nos encontramos sometidos -y del cual los aficionados no somos culpables– no va a poder conmigo.

Por habitual, no deja de ser triste, pero los comentarios que tengo de la gente, ya sea en el móvil o las redes sociales, no se pueden reproducir porque las formas los eliminan, pero que en el fondo te animan a ponerte en plan justiciero, que sólo hablan de hartazgo y desengaño continuo, y que te piden que seas mucho más duro de lo que soy, intentando darle la razón a aquellos que nos tachan a algunos que opinamos sobre este plantel calificándonos de talibán, palabra que por cierto en el idioma pastún significa «estudiantes». Nuestros estudiantes, de momento, sólo suspenden.

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