No tenemos remedio

13 Nov

Hace años, cuando en Europa el cisma FIBA-Euroliga estaba en total auge, convivieron dos competiciones: la Suproliga y la Euroliga. La primera fue una especie de continuación de la antigua Copa de Europa surgida como respuesta a la competición que organizaban los equipos al margen de la FIBA. Por entonces, Bozidar Maljkovic declaraba que era una mala situación, que el baloncesto no podía estar como el boxeo, con competiciones organizadas por el Consejo Mundial o la Organización Mundial. Pues sí, ahí Boza, llevaba razón. En ocasiones he reflejado la perplejidad que me ataca viendo cómo cada estamento en nuestro deporte tira para un extremo. Como si hubiera pocos enemigos ahí fuera en la figura del fútbol y la puñetera crisis. Cada uno de los que toma una decisión con respecto a nuestro deporte parece que evalúa antes el daño que puede hacerle al grupo de enfrente que los beneficios que pueda obtener. Damos como bueno convivir con un monstruo llamado NBA que se lleva lo mejor de cada casa e impone sus normas dejando a las selecciones nacionales con menos efectivos porque los chicos «han de descansar». Está claro que en los Estados Unidos entendieron antes que nadie el negocio, dejando claro que los jugadores son los que atraen al público, y que los equipos, que pagan a los jugadores, son los que mantienen el entramado. En Europa, las ligas nacionales tienen cada vez menor puesta en valor. En gran medida porque para los equipos importantes no merece la pena jugar muchos partidos intrascendentes y sólo aumentar los partidos de la competición continental parece merecer la pena.

Paralelo a todo esto, las federaciones no quieren renunciar a su parte del botín. Explotando y aprovechándose del trabajo de los equipos, cada verano, hemos visto cómo las selecciones nacionales han sido la fuente de ingresos de entes que se convierten en máquinas de recaudar, ya sea a través de las ligas nacionales al margen de las asociaciones de clubs o del beneficio de jugadores cuando representan a su equipo nacional. Hasta hoy, el mapa de las competiciones de selecciones nacionales ha sido de campeonatos continentales los años impares y campeonatos mundiales los años pares que no había Juegos Olímpicos. Así, todos los veranos la caja registradora iba recaudando mientras los frikis íbamos disfrutando.

Cuando se filtró que el calendario de competiciones de selecciones se iba a modificar, alguno pudo pensar que se iba a tener mayor raciocinio a la hora de montar el habitual circo veraniego, pero en esta semana en la que vemos que la ACB da una vuelta de tuerca más a esa tarea de dioses en la que se ha convertido saber cuáles son los jugadores que no ocupan plaza de extranjero y envía al CSD los casos de Lima, Satoranski y varios más con dudas sobre si son tirios o troyanos, la FIBA dinamita casi de forma definitiva las competiciones de clubs. Anuncia, junto con una nueva distribución de los campeonatos de selecciones, que la clasificación para éstos va a ser con partidos durante el invierno. Si como parece y ha declarado Patrick Baumann, a partir del Mundobásket 2014, ése que se celebrará en España (y que parece que tampoco cataremos en Málaga como ocurrió en 2007 con el Eurobásket), la clasificación para los campeonatos tanto continentales como mundiales se hará con partidos de selecciones en noviembre, febrero, junio y septiembre, en lugar de los torneos de concentración que se realizan hasta ahora. La pregunta está clara, ¿qué pasará con las ligas nacionales?, ¿y las competiciones continentales?, ¿vendrán los jugadores de la NBA para jugar con la selección los partidos de clasificación?

Honestamente, no veo yo a Mr. David Stern, incluso a su sucesor Mr. Adam Silver, parando su calendario para que sus jugadores vengan a jugar un España-Dinamarca o un Moldavia-Azerbaiyán. Sólo se me figura de un gran enemigo de nuestro deporte o de un cerebro digno de un capítulo de «Mentes Criminales» los hechos que se están desarrollando o las determinaciones que se toman, pero lo cierto es que cada vez lo ponen más difícil, y de esta forma nuestro deporte sólo va a ir hacia atrás. Yo, de momento, y para no caer en la depresión, voy a seguir disfrutando del equipo que entreno, porque todavía sigo teniendo la suerte de poder hablarles a todos en español. Que si no fueran preinfantiles, lo mismo tendría que aprender serbocroata, ruso o algún dialecto africano, que ésa es otra cruz que nos estamos ganando a pulso.

Una respuesta a «No tenemos remedio»

  1. Parece mentira pero es cierto es la primera vez que veo a alguien tirar piedras contra su ventana, resulta lamentable esto pero lo que yo creo que lo que busca este señor es que las selecciones potentes con jugadores en la nba pierdan o no se clasifiquen y entren selecciones mas flojas por ejemplo la de su país yo creo que por ahi van los tiros, respecto a lo de la sede de Málaga para el mundial, al final se van a tener que venir aqui a jugar porque la sede de granada esta abandonada el pabellon donde jugaba el cebe granada esta cerrado y no tiene ninguna actividad ni se van a realizar las obras de mejora que el ayto. prometio en su días, veremos como finalmente málaga acoge esa sede. Un saludo don Juan carlos, cada día lo borda usted.

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