Miércoles 17 de este mes: el Unicaja juega el segundo partido de la Euroliga en Polonia, ante el Asseco Prokom, encuentro que podemos seguir en Marca TV. Todos respiramos aliviados de que haya un canal para poder ver el baloncesto. La espiral autodestructiva alimentada desde dentro y desde fuera parece que para. Entonces, llega la realidad: un «crucial» Sporting-Mirandés (mis disculpas a los de Gijón y Miranda de Ebro) se cruza en el camino, y hala, a compartir pantalla.
A todos nos duele el tema, pero antes de que podamos pensar que Marca TV maltrata el baloncesto y odia a la Euroliga, RTVE pone en orden las cosas para que no nos creamos especiales. Sábado, sólo diez días después, anunciado para las seis de la tarde un interesante Asefa Estudiantes-Valencia Básket por Teledeporte. Tercero contra segundo, dos equipos con un buen arranque de competición y de los que resulta bonito ver.
Llegado el momento, vemos una pista azul con una red en medio… vaya, hombre, tenis. Qué raro (modo irónico on, otra vez), un torneo que no es de los grandes, el ATP500 de Valencia, en la cancha ni Rafa Nadal ni Novak Djokovic ni Roger Federer. Son semifinales, pero da lo mismo, hay empate a un set y el tema se alarga, tapando la retransmisión del baloncesto hasta que cuando conectan el encuentro de Madrid está en el descanso.
Mientras que llega el momento, las redes sociales echan humo, aparece la voz de Arsenio Cañada, y como buen empleado de empresa grande, pasa las de Caín para intentar justificar lo injustificable. A uno las palabras del pobre Cañada le suenan como aquellas de Salma Hayek en la película «Sólo los tontos se enamoran», cuando le repite a Matthew Perry: «Excusas, excusas, excusas…».
En la Euroliga, el contrato televisivo es imprescindible para poder optar a la famosa Licencia A, esa que sirve de red de salvación para que una mala temporada no te mande al limbo de la Eurocup. Se supone que la competición europea tiene vocación de mercado amplio, más allá del local. Eso queda desmentido cuando tanto Caja Laboral Baskonia y FC Barcelona Regal firman con sus televisiones autonómicas como vehículos promocionales y en Unicaja se llora la defunción de Canal Sur 2. Antes de la llegada de Marca TV, Unicaja y Real Madrid (inaudito que los blancos no tengan contrato televisivo) negociaban con Teledeporte, estando más que cercana la firma por un montante que rondaba el millón y medio de euros, cosa que quedó a la espera de la llegada de la nueva cúpula directiva a la televisión nacional.
Entre tanto, la ACB, que gestionó hace muy poco una revolución interna autogenerada para frenar su deterioro, negociaba un contrato de televisión. Y tras un verano de conversaciones y rumores, se termina firmando con RTVE por un precio que no deja indiferente: medio millón de euros y la explotación de la publicidad, además se incluye el evento más importante y de mayor tirón: la Copa del Rey, que es el que realmente tiene precio, ya que se cifra en esa cantidad lo que vale. De esta forma, se puede interpretar que la retransmisión de la competición liguera le sale gratis a la televisión de todos nosotros.
Fruto de todo esto, RTVE abandona o hace una oferta similar tanto a Real Madrid y Unicaja por la Euroliga. Si la ACB entera vale cero, dos equipos de veinticuatro no deben valer mucho más… es más no sería descabellado que pagaran por salir en pantalla.
Al final, a los dos se les ve por Marca TV y por Real Madrid TV, algo que no creo que sirva para asegurar la Licencia A, pero en la competición nacional el tema ha quedado como una obra de caridad. Imagino que la ACB habrá hecho unas previsiones publicitarias mayestáticas, y que fruto de éstas, la ruina económica será cosa del pasado, pero lo cierto es que mientras tanto nada ha cambiado. La actitud en cuanto al tratamiento del producto se puede maquillar, pero en el momento que tienen oportunidad, el sopapo que llega nos saca de cualquier esperanza.
Es lógico el respeto que genera la ACB para RTVE: si tienes algo que no te ha costado nada, lo cuidarás de la misma manera. Es problema está en que este pozo por el que ha caído nuestro baloncesto de élite parece que no tiene fondo. Y así es complicado remontar.