El arranque de 2012 ha traído dos jornadas, dos partidos tras el descanso que tuvo el elenco de Mateo después del partido de Sevilla. En estos dos partidos, dos caras diferentes. Amable frente al Gescrap Bizkaia Bilbao y de desencanto tras el enfrentamiento ante el Baloncesto Fuenlabrada del sábado pasado.
En el desarrollo de la temporada que lleva el Unicaja, el encuentro del sábado en el Pabellón Fernando Martín es, o debe ser, el borrón que se suele escapar en la actuación de cada uno. Después de un tiempo, tras observar el rendimiento del equipo, el partido del pasado fin de semana corrobora lo que ya se sabía: este equipo necesita del trabajo y la concentración de todos para poder dar el máximo rendimiento, y que la vulgaridad pasa a ser seña de identidad si no se trabaja al máximo.
El encuentro del otro día fue malo, sobre todo por el nivel de exigencia que se le planteó al equipo. Hace años, tenía una conversación sobre la conveniencia de contar o no con Marcus Brown, era el año de la Final Four de Atenas. Cuestionar al mejor anotador de Europa hasta la irrupción de Juan Carlos Navarro podía parecer absurdo, pero visto el nivel de exigencia de la competición española, no era ningún dislate, sobre todo por la calidad del trabajo que tenía que desarrollarse para tener éxito.
El rival de esta jornada era un equipo inferior a Unicaja, no sólo por no tener patrocinador, sino porque ha hecho de la venta de jugadores su principal espónsor, la pérdida una vez iniciada la campaña de Gustavo Ayón (financiada su indemnización por el multimillonario mexicano Carlos Slim) dejaba a los del sur de Madrid con un juego interior formado por Mainoldi, Sené, Vega y Laso. La ausencia del primero por lesión allanaba más el terreno. Todavía mucho más franco se puso cuando el jugador africano se lastimó en el transcurso del encuentro. Entonces, nuestro equipo no pudo sacar partido de los enfrentamientos del cuarteto Freeland, Zoric, Garbajosa y Sinanovic frente a Vega, Laso, Fall y Barton. En ese cuarteto rival hay dos jugadores de LEB Plata, uno de EBA y otro que tenía en la práctica los dos pies fuera del equipo con la llegada de «nuestro» Saúl Blanco.
Tras la actuación del jugador checo, sería muy natural que se replanteasen la presunta rescisión de su contrato, aunque hace años que no es el jugador que maravilló en Badalona con Aíto. De la actuación de Blanco, bueno, era de esperar. Era muy sencillo, en el momento que vistiera cualquier otra camiseta que no fuera la de Unicaja, jugaría bien. Su nuevo periplo seguro que tendrá éxito, pero su continuidad en Málaga hace tiempo que tendría que haberse resuelto.
De la actuación del Unicaja me quedo con la mala cara que ofreció el global del plantel, de los bases que no dirigen o los aleros que no anotan, la actuación de los interiores fue muy destacada en la anotación, tal vez hubiera sido necesario aprovechar la superioridad ante los rivales directos, pero hay días (demasiados, desgraciadamente) que la pareja Valters-Rowland no da el mínimo exigible para dirigir de manera inteligente al equipo, y la adición puntual de Payne y Rodríguez no siempre tienen el efecto sanador que se necesita.
No hay que rasgarse las vestiduras, el equipo está arriba y muy bien, con la asignatura de la Copa del Rey resuelta, y con la otra prueba del Top 16 cercana para encararla con todas las garantías. De todas formas, estas garantías pasan por trabajar de manera denodada, sin ceder en aspiraciones y sin ahorrar el mínimo esfuerzo, de lo contrario, la vulgaridad está ahí, al alcance de todos, conformándonos con ganar algunos partidos y olvidando las aspiraciones de vencer a los llamados «grandes».