Clara Ponsatí ha gastado una bromita en Twitter sobre los muertos a causa del coronavirus en Madrid. Ha dicho que de Madrid al Cielo. En el imaginario nacionalista, Madrid es toda España. Puigdemont la ha retuiteado. No es nada nuevo. Ellos siempre han sido así. El nacionalismo se basa en la exclusión, no en la unión. En el odio y el miedo, no en tramas de afectos o alegrías. Quiere usurpar derechos, no crearlos.
En España los políticos nacionalistas nunca han estado a la altura de las circunstancias cuando estas han tornado graves. Solo hay que leer las memorias de diversos miembros del Gobierno de la República para saber que lo que hacen hoy Ponsatí, Puigdemont o Torra troleando el Estado de Alarma, es una larga tradición en los políticos nacionalistas. Voy a tener que dar la razón a los políticos secesionistas en una cosa, hay un hecho diferencial en ellos: la traición permanente.
Pero esta vez encuentro utilidad en la bilis de estos tipos. Son una medida inversa. Un barómetro de grandeza. La virtud de un país se puede medir por lo que supure en su contra Ponsatí. España genera 10.000 Ponsatíes. España es un paraíso. Ponsatí, por ejemplo, en Corea del Norte permanece estable.
Estaba pensando ayer por la tarde en la hez de Ponsatí cuando ha empezado un ruido fuera. Era el aplauso de las ocho. He salido al balcón. Yo vivo en una zona elevada y tengo a la vista muchos balcones algo alejados. Me saludaban personas que no conocía, es más, no nos veíamos las caras con claridad. He devuelto el saludo. Aplaudido. He escuchado los vítores de los demás a los sanitarios y he vuelto a entrar con una buena sensación al interior. Me había olvidado por completo de Ponsatí y su odio. Ha sido al volverlo a ver en las noticias cuando he recordado lo de esta tipa.
Es normal que Ponsatí no quiera ser parte de los españoles. Los españoles son esos sanitarios que hoy se dejan la piel, jugándose el tipo, para vencer al virus. Son los militares, policías y guardias civiles que velan por la no propagación de la enfermedad en las calles. Los españoles son los empleados de los supermercados que garantizarán junto a los transportistas y distribuidores que haya de todo para todos, los de las empresas de servicios básicos, de electricidad, de aguas que cuidan que todo vaya bien. Son los funcionarios de prisiones que vigilan el bienestar de los presos. Los empleados públicos que gestionan una situación inédita. Los españoles son esos que utilizan el humor en las redes sociales para afrontar de la forma más inteligente una situación seria. Son esos que aplauden a quienes les cuidan. Son los periodistas que nos mantienen informados frente a bulos y cenizos. Son los que a través de la radio acompañan a quien vive este confinamiento en solitario. Los españoles son quienes una vez vencido el virus seguirán unidos para afrontar las consecuencias económicas de este periodo. Esos que han dejado las calles desiertas porque se lo han pedido. Son quienes en estos días duros inventarán la forma de llevarlo mejor y darán momentos inolvidables para el futuro. Los españoles son quienes no pierden el ánimo y la esperanza y que saben que el optimismo es un arma muy eficaz ante las situaciones excepcionales. Los españoles son esa gente generosa que ha ido a dar sangre en masa a la primera llamada. Son esa estirpe noble y buena de la que es normal que cualquier xenófobo, racista o nacionalista quiera salir porque está fuera de lugar.
Que Ponsatí no quiera ser de los nuestros es buena señal.
¡ M A R A V I L L O S O !
Guillermo Díaz, esa estirpe de españoles buenos. Un buen escritor. Un buen político. Un buen hacedor de escóbulas, o de brújulas. Un gran cinéfilo.
Una mejor persona.