Apoyé a Paco Igea cuando creí que tenía razón. Fue con sus primarias en Castilla y León. Los afiliados de Málaga saben bien lo que les contaba de él, mi compañero de escaño con el que he compartido algunos de los mejores momentos de mi carrera política, corta pero intensa. Por cierto, nunca nadie me dijo nada por elogiar a Igea. Fui muy libre. Igual que ahora.
Y hoy no concibo un Ciudadanos que no esté liderado por Inés Arrimadas.
Estamos viviendo un proceso de primarias plagado de contradicciones por parte de una de las candidaturas. La primera de ellas es la defensa de la igualdad y libertad de los españoles dando protagonismo al territorio donde viven. El equipo de Igea quiere cambiar la esencia del partido. Quieren dar importancia al territorio con la instalación de baronías territoriales. Disfrazando de participación lo que es la interposición de intérpretes entre el afiliado y la dirección nacional. Arrimadas quiere potenciar la comunicación directa, sin intermediarios. El medium territorial es muy peligroso: Iceta traduce los deseos del pueblo de Cataluña al PSOE. No les digo el resultado.
Las primeras consecuencias de esta concepción del partido ya están a la vista. Hace pocos días se atacó a Marta Rivera de la Cruz en un acto de Igea porque “era consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid habiendo nacido fuera”. La afiliada que atacó a la finalista del Planeta fue aplaudida y nadie le interpeló. Si alguien en mi presencia ataca a Fernando Navarro porque Igea lo ha nombrado viceconsejero en Castilla y León viviendo en Baleares, recibirá una buena bronca por mi parte. En el Ciudadanos que yo quiero no te preguntan de dónde eres. Te preguntan qué sabes hacer y qué quieres.
Otra de las contradicciones que encuentro es la de decir que quieres lo mejor para Ciudadanos mientras abres en canal al partido en los medios de comunicación. Yo viví en primera persona el debate entre Jordi Cañas y Juan Carlos Girauta en la Asamblea anterior en que se optó por la vía liberal progresista. Cañas defendía la socialdemócrata. Jordi sufrió, debatió y perdió. Cañas vivió todo ese proceso dando el debate interno pero jamás se fue a una televisión o a una radio a poner a caldo al partido.
Es verdad que Cañas sabe lo que sufre la gente de Ciudadanos en Cataluña. Que es algo muy serio como para dañarlo por la vanidad de un titular. Cañas sabe que a nuestra gente en Cataluña la persiguen, les pintan sus negocios, atacan las sedes, acosan sus actos y carpas. Cañas sabe el carácter sagrado del valor de quien da todo a cambio de nada. Como ha hecho el propio Jordi, como ha hecho Arrimadas.
Pero en los planes de Igea está el que se pueda criticar al partido en público. En un ensayo de su modelo nos ha llamado en medios diversos leninistas, ha afirmado que estamos en parada cardiaca, que somos un partido inútil – él que es vicepresidente – o últimamente aprovechan en su equipo la propaganda separatista elaborada contra Inés Arrimadas. Este hecho es el más vil de todos y el que me ha empujado a romper mi silencio. Yo les pido que rectifiquen. Yo no voy a insultar a nadie. Pero no voy a permanecer callado cuando se usa una espantajo creado por Esquerra y Convergencia para atacar a una compañera. No todo vale. Sugiero además que alguien mire las líneas editoriales o las opiniones de quienes dan alas a todo esto. Que vean si el PSOE o su entorno jalean a Igea.
Una contradicción más es poner en tela de juicio todo lo hecho habiendo sido partícipe de ello. La gran paradoja es que Igea estaba en todas las Ejecutivas de Ciudadanos donde se votaba de forma unánime lo que él hoy critica. Yo que no estaba, soy leal con aquellos que tomaron esas decisiones.
Ahora se ataca a Albert Rivera desde el equipo de Igea. Incluso en libros. Ni yo habría sido diputado, ni Igea vicepresidente de nada sin Albert Rivera. Uno tiene que saber a qué se deben las cosas. Tanto Igea como yo, si tuvimos algún brillo en los inicios de nuestra andadura en Ciudadanos no fue propio, era el reflejo de Albert. El día que dimitió fue un día en que las glándulas lagrimales de muchos de nosotros se secaron. Luego he sabido que otros activaban las salivales.
La última contradicción que quiero destacar es que quienes dicen ser la voz de la militancia llaman rebaño a quienes no les apoyan. Un destacado miembro del equipo de Igea, en un mal día, llamó en twitter unanimidad bovina a los afiliados que no apoyaban su enmienda a los estatutos del partido. Fue retuiteado y aplaudido por todo el equipo.
Nos querían llamar ovejas y nos llamaron vacas. Cs Eres Tú, ¿yo?, no tú eres una vaca, me refiero a ese que me vota.
Entre la afiliación corre el rumor de que el plan es que Igea sea presidente del partido, pero que la candidata será Inés. La tutelarán ellos, que son la intelligentsia. Tienen que intentar que esto cale porque saben que son muy pocos los que conciben un candidato distinto a Inés. Pero es una combinación falsa e imposible. No se puede defender un proyecto con un partido que pregona todo lo contrario.
Cuando uno se eleva henchido por citar a Ignatieff, Camus, Bruckner o a Zweig cree que tiene todas las respuestas, pero puede elevarse tanto entre los demás que ya solo vea puntitos. Pueden flotando subir tanto que las vacas se confundan con ovejas.