El gran atasco

23 Mar

Trabajar al noroeste de la ciudad es resignarse a pasar horas en atascos diarios. Universidad, Clínico o PTA son los sitios paradigmáticos

No se calculó bien o ni siquiera se pensó, pero con una Universidad en expansión, un Parque Tecnológico con más de cien empresas y en pleno crecimiento y un Hospital Clínico sobrepasado de pacientes y personal, las vías de acceso están colapsadas desde hace años y van a más. Llegar o salir de allí es una misión que pone a prueba el sistema nervioso.
Como el genial cuento de Julio Cortázar, ‘La autopista del sur’, que ya prescribía a mediados de los años sesenta el absurdo de la urbanización humana que regresaba a París sin conseguirlo, los planificadores del estupendo PTA, del hospital dentro del campus universitario y de la propia UMA, orgullosa de su aumento de edificabilidad, no leyeron nunca al escritor argentino.
Ahora hay una solución, que pasa por un cambio de hábitos: dejar el coche en casa y usar un tren de cercanías o Metro específico para entrar y salir de esa ruta infernal del mayor atasco cotidiano de la ciudad. Acabar o, al menos, paliar esa cola automotriz que se extiende por kilómetros desde más allá del Rincón hasta los verdes prados del PTA, y desde las siete a las diez de la mañana, de lunes a viernes. Para eso, -¿cuándo llegará?- es necesario proyectar y construirlo. No hay que ser especialista, basta con ser político con poder de decisión, para entender que esto es urgente, ponerse a trabajar y buscar el presupuesto. Málaga ha crecido más rápido que el pensamiento.
Las 7.000 personas que trabajan en el PTA, pasan casi dos horas cada día en sus coches para acceder o salir del valle tecnológico de Andalucía. Siete de cada diez, declara usar su vehículo para trasladarse. No les queda otra, hasta allí sólo llega el autobús de la EMT o un prohibitivo taxi. Más de 30.000 alumnos y miles de profesores acuden a clases, mayoritariamente, en sus propios vehículos al campus universitario de Teatinos. Cosa similar ocurre con los empleados del Clínico o los pacientes, que se trasladan hasta allí en sus automóviles.
Está claro que esto es también un problema de conciencia ambiental, de educación hacia el uso del transporte público, pero para que eso se desarrolle antes hay que tenerlo en uso. Es muy fácil escudarse en que no lo hay, y por eso tengo que ir en mi coche. Pero, según el estudio promovido por el mismo PTA, si hubiera Metro o tren de cercanías, ‘se evitaría la presencia de 20.000 coches al año’, qué duda cabe que las emisiones de dióxido de carbono bajarían en más de 23.000 toneladas/año y quedarían libres superficies de unos 100.000 metros cuadrados.
Otro tanto, podría suceder en el campus, abarrotado de coches hoy en día. Los grandes aparcamientos podrían ser utilizados para que crecieran zonas verdes, carriles bici, guarderías. Y el hospital hasta podría ampliarse. En fin, no es un sueño imposible, pero es de urgente solución, porque los atascos seguirán creciendo a lo largo y ancho de la autovía y llegará un día en que la gente se quede atrapada para siempre como en el premonitorio cuento de Cortázar.

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