Homenajear a un naturalista para esto

30 Oct

La escultura de Félix Rodríguez de la Fuente sigue en caída libre en un entorno degradado que recuerda a la serie The Walking Dead

Primero convoque en 1980 o 1981 a miles de niños de Málaga, esos que estudiaban la EGB y desconocían el significado de la palabra banda ancha, salvo en el fútbol. Esos que todavía jugaban en masa en la calle.

Después convénzalos para que de sus ahorrillos en pesetas den una parte simbólica para costear el monumento al naturalista que más admiraban, fallecido en un accidente de helicóptero en Alaska. A continuación inaugure tan ansiado monumento en un lugar privilegiado: los recuperados Jardines de Picasso, todo un símbolo de la Transición.

Y poco más, ya sólo falta permitir que el entorno se degrade hasta límites inauditos y que la escultura termine con el aspecto de un participante de la serie The Walking Dead. Su entorno también recuerda a esta serie de zombies en la que no tienen otra cosa que hacer que intentar comer a todo trance carne humana (no procesada).

¿Cuánto hace que un concejal del equipo de gobierno no contempla el monumento al homenajeado, el gran Félix Rodríguez de la Fuente?, ¿acaso se ha producido este hecho alguna vez si quitamos el día de la inauguración? Imposible, de haberlo visto el concejal o a la concejala de turno se le habría caído el alma a los pies. Estaría con cargo de conciencia durante todo el día y a continuación habría ordenado el traslado urgente de la víctima con vistas a ponerla en un entorno más protegido.

Y hablando de entorno actual, la verdad es que viene muy bien describir la rocalla en la que don Félix se encuentra oculto, ahora que se aproxima la fiesta americana de Halloween que, hace años ya, en Málaga ha desplazado de un plumazo a Tirso de Molina, a Zorrilla, a Don Juan y hasta a Juanillo.

Y viene bien porque la rocalla de don Félix, escultura oculta al público por una tupida pantalla vegetal antivándalos, pondría en fuga hasta a la niña del exorcista porque rezuma de basura. El autor de estas líneas, pese a las recomendaciones de la OMS, se internó hace unos días en la espesura escultórica y a pesar de las pequeñas dimensiones del roquedal artificial localizó cartones varios, restos de comida, papeles, papelinas, un calcetín y al pie del naturalista, como tenebrosa ofrenda pero ya en pleno césped, una rata muerta.

Por lo demás el grupo escultórico continúa con el creador del El Hombre y la Tierra manco de los dos brazos, sin el azor que sostenía con su mano izquierda y con un lobo a su lado que desde hace muchos años le mira con verdadera pena. Y menos mal que le recolocaron más o menos la cabeza, pues se la llegaron a arrancar.

Como adelantó La Opinión, en febrero de 2014 el grupo municipal socialista presentó una moción para que el autor de la escultura, el malagueño Antonio Arjona, restaurara su obra para luego emplazarla en el centro de un pequeño estanque y así evitar nuevos actos vandálicos… y hasta la fecha. Sólo sirve para dar susto a los niños. Triste destino.

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