Vuelve el ‘no es no’

21 Mar

Aunque lo presentan como una disputa por el liderazgo, la batalla interna del PSOE va mucho más allá: es un nuevo intento de superar el bipartidismo y dar nuevo impulso a los que proponen un cambio

La batalla interna del PSOE parece trascender al propio partido para proyectarse sobre el futuro de España. Y es así. Porque puede verse como un choque que bordea lo ideológico y enfrenta al aparato del partido con un sector importante de las bases, pero también puede verse como una confrontación decisiva entre el bipartidismo y un nuevo escenario en el que las fuerzas reformistas pasen al frente. En cierto sentido, se presenta como la continuación del proceso que hizo emerger inesperadamente a Podemos como la fuerza decisiva de la nueva etapa. Ocurrieron dos cosas que modificaron ese panorama. Podemos entró en un periodo de vacilaciones y constantes cambios tácticos que lo debilitaron y frenaron bruscamente su ascenso; y el Partido Popular se rehizo y ‘reinventó’ su funcionamiento en tándem con los socialistas. En otra palabras: las propuestas de cambio se mostraron frágiles y el bipartidismo pudo recuperar terreno.

La batalla interna socialista es, pues, un nuevo y decisivo episodio de ese pulso entre los partidos que sostienen el Sistema y los que impulsan el cambio.

Quienes describen el proceso interno socialista como una mera disputa por el liderazgo crean una imagen engañosa. El famoso ‘no es no’ de Pedro Sánchez mostró el fondo de la cuestión: o el PSOE se abstenía y dejaba el gobierno en manos del PP, que fue lo que ocurrió, o se desmarcaba totalmente del PP y se sumaba a las propuestas de cambio, que es lo que Sánchez vuelve a proponer a las bases de su partido.

La gestora socialista, que es, en verdad, un partido dentro de otro partido, navega a dos aguas; por un lado pretende escenificar una ‘presión’ sobre el PP, y por otro trata de potenciar un evidente pacto que se basa en que ha sido el sostén de los populares, al mismo estilo que el de la larga etapa bipartidista en la que todavía estamos. Siguiendo las mismas tácticas de la transición, a los populares no les ha importado ceder en algunos puntos y hasta simular ‘intransigencia’ en otros, dejando que la gestora del PSOE se apunte algunos tantos.

Tras Susana Díaz está el grueso del aparato del partido y también quienes simbolizan el pasado, hoy bastante claramente definidos como sostenes del PP y de Rajoy: los Felipe González, los José Bono, los Rubalcaba, los Rodríguez Zapatero, etc.

Para asumir desvergonzadamente su papel de gran reducto del bipartidismo ese ‘club de los ex’ usó una estrategia muy evidente: presentar a Podemos como una fuerza populista, al borde del antieuropeísmo…

A mí se me antoja que la candidatura de López es un artilugio para usar como último recurso: presentándose, como ya lo está haciendo, como el ‘hombre de la unidad’, podría proponerse para un pacto que desdibuje la figura de Sánchez y anule las propuestas reformistas.

A la confusión que se ha ido impulsando en las filas socialistas, con cortinas de humo para que la alianza Díaz/Rajoy no se vea tan descarnadamente, se suma la confusión del proceso europeo, donde los populistas (entre los que se pone en un mismo paquete a Podemos) son los destructores de Europa y de la democracia, negando lo que la realidad muestra cada día: que son los partidos tradicionales los que han cerrado la puerta a los emigrantes y refugiados y los que han tergiversado la democracia. Esto ha servido, entre otras cosas, para negar el papel de refundación democrática que suponen las reformas propuestas por Podemos.

Tal vez Podemos ha vuelto a errar la táctica cuando ahora propone como enemigo a ‘la trama’ en vez de centrarse, justamente, en la recuperación de la democracia.

Basado en que los votantes no les han aplicado siquiera un correctivo, los populares se presentan como ‘demócratas’ y el jefe de la gran pandilla de corruptos, el propio Rajoy, sigue alardeando de ser el resultado de un pronunciamiento del electorado, como si esto pudiera alterar el estado de disolución de la democracia nacido, justamente, de la extensión y consolidación del poder de la trama. Parece que Iglesias se propone ‘desenmascararla’ pero lo cierto es que está la vista: los González y los Aznar, y sus secuaces, siguen siendo los grandes beneficiarios de las puertas giratorias. Y en toda Europa, como hace poco comentábamos, el que es tal vez el ‘jefe principal’,el señor Juncker, es el creador del gran paraíso fiscal de Luxemburgo. La casta y la trama mandaban y siguen mandando.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *