La travesía.

3 Abr

El sábado pasado se cumplieron 62 años del inicio de la primera liga nacional de baloncesto. El 31 de marzo de 1956, Real Madrid, CF Barcelona, Estudiantes de Madrid, Orillo Verde de Sabadell, Asmalíbar de Montcada y Juventud de Badalona se lanzaron a la aventura de pelear por el primer título liguero. Los dos años siguientes, se aumentó el número de participantes, incorporándose RCD Español, CD Layetano, Hesperia, Canoe NC, La Salle Josepets, CD. Iberia de Zaragoza y CD Águilas de Bilbao, siendo éstos dos últimos los que rompían el eje Madrid-Barcelona, sede del resto de equipos.
En Andalucía tuvimos que esperar a la temporada 1963/1964 para ver un equipo de nuestra tierra en la máxima categoría, siendo el Sevilla CF el único representante –por un único año también- del baloncesto del sur hasta que nuestro Unicaja, en la versión Caja de Ronda nos trajo la élite a casa en la temporada 1980/1981.
La ACB llegó en la temporada 1983/1984, y como elementos comunes de todas las temporadas en la primera categoría aparecen Real Madrid, Estudiantes y Joventut, son los únicos equipos que hasta ahora han estado siempre en la máxima categoría.
El caso de los verdinegros este año toma tintes de drama absoluto, no sólo por el tema deportivo, aunque no hay que olvidar que Estudiantes ya descendió en dos ocasiones (temporadas 2011/2012 y 2015/2016), pero los despachos evitaron la hecatombe que hubiera supuesto dejar la ACB. Por el lado de los catalanes, no sólo parece que va a ser imposible evitar el descenso vía despachos, sino que a nivel institucional, la Penya puede engrosar una lista penosa que integran históricos ya difuntos que abandonaron la máxima categoría para no volver en la práctica.
Vaya por delante que el descenso deportivo es algo que está en las reglas del juego, es inherente al deporte y cuando no tiene lugar, algo que por desgracia en la ACB o la Euroliga ha venido estando a la orden del día, siento que se desvirtúa la competición y se pervierte la misma, tanto para el aficionado, como para los otros equipos que no tienen la suerte de estar en la competición que sea.
El problema del descenso lo veo en su traducción real: prácticamente, la desaparición. El baloncesto español se ha metido por sí mismo en un laberinto que supone de forma real que ni estando en la mejor competición, se asegura la viabilidad de un club. Con un mínimo de memoria, si recordamos al CB Zaragoza, OAR Ferrol, Valladolid CB, Granollers EB o CB Granada, todos ellos participantes en su día en la ACB de los días de gloria, algunos ganando títulos incluso, y que no siempre por culpa de un descenso deportivo, dejaron de participar en la primera categoría.
La lista no se ciñe a los cinco equipos arriba indicados, que dejaron huérfanos de baloncesto de élite su ciudad, reincorporándose posteriormente gracias a otros equipos de nombre más o menos parecido, refundando el club y que salvo en el caso de los maños están en el mejor de los casos en LEB Plata, o fuera de cualquier atisbo de vuelta cercana a la liga ACB.
Está claro que el primer paso para la defunción total es el descenso deportivo, la involución que ha ocurrido en nuestro deporte, agrandándose cada vez más las diferencias entre los equipos de nivel Euroliga, luego los de competición europea (sea la que sea) y el resto. De nada sirve ni la historia ni tener una hoja de servicios brillante como le ocurre al club de Badalona, antes había codazos para salir en todas las fotos, ahora, hasta se le discuten los apoyos firmados.
¿Qué va a ocurrir con el Joventut? Tiene muy mala pinta, y alguien que lea esto puede extrañarse, porque a mí no se me ha perdido nada allí, pero no es mi estilo alegrarme del mal ajeno, y sobre todo, lo que más duro se me hace, es imaginarme que la capacidad de recuperarse de una caída en el baloncesto profesional español es prácticamente imposible, y no quiero imaginarme qué podría ocurrir caso de un tropiezo importante por estos pagos.
De todas formas, y teniendo en cuenta que de momento no se le va a dar a nuestro deporte la solidez para que los clubes que atraviesen problemas tengan la tutela suficiente para poder capear el temporal, disfrutemos de lo que seguimos teniendo aquí, de esa posición privilegiada, que hay que seguir defendiendo a diario, y que ahora mismo peligra, seguir ahí arriba es complicado y un problema, pero bendita sea esa lucha.

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