Por 400 más.

16 Ene

Este pasado domingo, oí en la radio, que la Liga ACB se caracteriza por los dientes de sierra en el rendimiento de los equipos, no estaba oyendo a Joan Plaza, ni se veía las trayectorias de Valencia Básket o Baskonia, era el comentario de uno de los invitados que participaba en el programa, lo cierto es que al final, cara a la clasificación de la Copa del Rey, va a pillar a nuestro Unicaja en la parte alta de la herramienta de bricolaje, y de paso, sin tener que jugárselo todo a una carta en la jornada final frente al Herbalife Gran Canaria.
Con una situación envidiable para muchos equipos que están jugándose el viaje a Las Palmas, y en la que prácticamente sólo una derrota de Unicaja junto con una victoria del UCAM Murcia que conjuntamente diera una diferencia superior a la friolera de 82 puntos, parece casi seguro que el primer objetivo se ha cumplido tras muchos momentos en los que parecía todo complicadísimo.
Tiempo hay para analizar muchas cosas sobre el rendimiento del equipo, de la capacidad de jugar bien cuando anda enchufado, y de cómo se deja arrastrar en según qué momentos, gestionando tramos decisivos de partido de forma deficiente o al menos, manifiestamente mejorable. Sin ir más lejos, a la alegría de la victoria en Barcelona (la segunda en menos de un mes), hay que añadirle de manera ineludible el último cuarto del Palau o cómo dirimir las jugadas de momentos decisivos de partido, por ejemplo el pasado viernes ante Zalgiris, todo ello con mucho margen de mejora.
La situación conlleva que el tiempo que se tiene para congratularse de ganar al FC Barcelona (por mucho que nos guste a los malagueños hacerlo) es breve, mañana hay que rendir visita a la Olimpia en Milán, el viernes toca el Real Madrid, ambos en Euroliga, y el domingo, a cerrar la primera vuelta ACB con la visita de Luis Casimiro.
Hay que seguir peleando ahí, lo bueno es que las posibilidades para seguir luchando en todos los frentes siguen aún intactas, sin ser idílica, la posición se mantiene, considero aún demasiado pronto tener que evaluar la actuación del equipo, teniendo tanto por recorrer y por luchar.
La pasada semana, ante Monbús Obradoiro, el entrenador Joan Plaza cumplió su partido 400 en ACB con su victoria 250, con esta columna, yo cumplo 400 presencias en La Opinión de Málaga, un reto que comenzó el martes 18 de mayo de 2010 y que vino de la mano de Emilio Fernández, que aún hoy me sigue diciendo que escriba “lo que me salga del teclado”, no sé si habré conseguido contentar a mucha gente en tanto tiempo, sé que he hecho enfadar a más de uno, pero esto último lo valoro lo justo, sobre todo porque ninguno de ellos ha venido a decírmelo personalmente y siempre han utilizado a terceros para ello, yo no voy a caer en el error de matar al mensajero.
Firmar mis columnas en esta casa, ha supuesto junto a mi colaboración en la Cadena Cope desde el verano de 2001 estar habitualmente en contacto con la actualidad local de nuestro deporte, me ha permitido poder dar mi opinión sobre lo que veo y seguir disfrutando. Me gustaría no ver derrotas y sobre todo no ver que los errores se intentan tapar culpando a gente que se dedica a dar su opinión, también me gustaría ver como las críticas son admitidas (cosa que por cierto me toca de vez en cuando) en lugar de repelidas por sistema, pero sobre todo me gusta el baloncesto y me gusta mi equipo.
Y como me gusta el baloncesto y me gusta mi equipo, sólo me queda dar las gracias a los que en su momento pensaron que era capaz de hacer esto bien y a quién me dio esta oportunidad, gente como el recordado Paco Rengel (DEP), José María Martín Urbano, Alfonso Queipo de Llano, Manoli Chico, Emilio Guerrero, Alejandro Sandino, Emilio Fernández o Fali Guerra, y a todos ustedes que con mayor o menor habitualidad me siguen, estando encantado de recibir cualquier comentario sobre lo que tengo la suerte de escribir.
Me van a permitir que el agradecimiento más especial se lo dé a Inma, la piedra angular de todo, la que lleva soportando todas las neuras que puedan imaginarse desde 1993, gracias a ella, estas 400 columnas han sido realidad, y sin ella, las próximas 400, 4.000 ó 40.000 que ojalá entre todos me permitan escribir, jamás serían posibles. Espero que puedas seguir aguantándome.

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