De lo mejor que me ha pasado.

27 Jun

El pasado domingo, tuvimos nuestra pequeña dosis de orgullo patrio gracias a la selección femenina absoluta, hay que dar gracias porque Cristiano Ronaldo no se cambió de peinado o Leonel Messi no se cortó las uñas, de lo contrario, la nueva gesta de las chicas de Lucas Mondelo hubiera quedado convenientemente eclipsada por cualquier otra chorrada, de hecho en las portadas de la prensa deportiva catalana quedó desterrada o minimizada.
Lo de las mujeres y el baloncesto tiene mucho mérito, y no es porque acumulen cinco veranos con medalla en campeonatos internacionales, o que el oro del Eurobásket revitalice este deporte en su versión chicas, es que unir las palabras deporte y mujer es introducirse en las tinieblas más absolutas. La invisibilidad que sufre este binomio es digna del siglo pasado, pero aunque, ciñéndome al baloncesto, las chicas han dado un salto importante en lo que a resultados se refiere, estemos en la sociedad de la información y haya más posibilidades de encontrar noticias que nunca, lo cierto es que para que nos acerquemos al deporte femenino, no sólo han de ser las mejores, sino que han de no tener cerca nada referente a fútbol, realities de éxito ni nada que se le parezca, eso sí, para las fotos sigue habiendo codazos.
Y esto a nivel selección absoluta, la cual, por cierto tiene la mayor parte de jugadoras en ligas extranjeras, ¿ven posible que un club tipo CSKA, Fenerbahçe o Real Madrid, gane la Copa de Europa y acto seguido abandone las competiciones profesionales?, pues eso ocurrió en baloncesto femenino con el Ros Casares valenciano, y simplemente pasa y ya está. Nadie monta ningún follón, ni hay manifestaciones, ni siquiera las notas de lamento salen del circuito más inmediato.
Si seguimos bajando, hay muchos más motivos para entristecerse, en Málaga, no ha habido nunca baloncesto en la élite femenina, aunque de aquí han salido buenísimas jugadoras y se consiguió deportivamente, la infraestructura a nivel femenina no ha existido nunca, de vez en cuando una buena generación de chicas ha mantenido a un club arriba, con el apoyo puntual de algún patrocinador que daba soporte económico (casualmente, familiar de alguna de las chicas) y que con el paso del tiempo, terminaba diluyéndose. Hace unos meses, por parte del CB Alhaurín de la Torre, se hizo un llamamiento a la unidad para formar un club sólido y fuerte, que pudiera llegar a las categorías superiores, ojalá sea así y se erradiquen los reinos de taifas que en la realidad sólo sirven para alimentar los egos particulares de aquellos que prefieren el beneficio particular a corto plazo que el general.
Hace poco, tuve la suerte de presenciar el éxito del equipo minibásket de EBG Málaga, donde mi hijo Carlos es ayudante de Raquel Delgado, reconozco que me emocioné y recordé mi primer año de entrenador, hace mucho tiempo, en otro club donde con toda la ilusión del mundo dediqué mi esfuerzo a intentar hacerlo bien, entonces no quedamos campeonas, pero aunque no me pagaron nada (es más, me hicieron “devolver” un dinero que no había cobrado), las vivencias y la unión que conseguí con mis “queridas niñas”, sirvió para que amase más este deporte. Y lo cierto es que lo vivido entonces me enriqueció tanto que incluso ahora, que sigo en contacto con muchas de ellas, entiendo que sin el baloncesto femenino, a mi amor por este deporte, le hubiera faltado algo.
Hablaba de las buenas jugadoras que han salido en Málaga, aún hoy, hay muchas veteranas y amigas que siguen al pie del cañón en la Liga Básket FEM +35 –por mencionar a alguna, nombraré a May Bandrés- y su labor es magnífica porque todo lo que se hace con ilusión merece la pena, y lo cierto es que el baloncesto femenino lo merece, pese a que esté mal pagado, ínfimamente reconocido y sea casi invisible. Si lo comparamos con las versión masculina de los deportes que tenemos en la cabeza, pensar que gente como Blanca Ares, Amaya Valdemoro o Alba Torréns nombres históricos del pasado y del presente, profesionales de primer nivel y que han conseguido el dinero justito en el plano profesional deprime, pero las cosas son así.
Cuando entrenaba, siempre les decía a los padres que lo principal eran los estudios, y repetía ese mensaje ya fuera con chicas o con chicos, les decía que del deporte comían sólo unos pocos y que todo era tremendamente complicado, a cambio, lo que el baloncesto nos ha dado a todos es impresionante, teniendo los años relacionados con nuestro deporte entre las mejores vivencias de nuestra vida, y créanme, para mí, sin mi primer equipo, no hubiera sido lo mismo.

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