Un fin de semana crucial.

23 May

¿De qué toca hablar hoy?, tras una semana en la que se han encontrado el comienzo de los playoffs ACB, la Final a Cuatro de la Euroliga, el debut soñado por cualquiera protagonizado por Christian Eyenga y la retirada del dorsal de Bernardo Rodríguez, encontrar un tema que eclipse al resto y no se eche de menos en la columna, es complicado.
Sobre la Euroliga, reconozco que es la competición que más me “pone”, este formato con más motivos y con la vuelta de Unicaja no puedo reprochar nada, viendo la Final a Cuatro de Estambul, repito algo que me sale cada mes de mayo: el partido del tercero y cuarto es tan necesario como un cenicero en una moto y estar ahí es un premio, pero si no estás suficientemente preparado y todo lo fuerte que la competición te va requerir, el castigo va a ser muy duro y cruel, es para que no olvidarlo.
En Turquía, ha sido un placer enorme ver a un dios del baloncesto como Vassilis Spanoulis, me parece que tanto Napoleón como Hitler lo hubieran intentado reclutar como aliado para derrotar a los rusos, creo que ni el invierno puede con él. Y mayor placer ha sido ver cómo Zeljko Obradovic daba otra clase magistral de cómo llevar a un equipo hasta el éxito y demostrar que tiene algo que de momento, no han alcanzado los mejores entrenadores del continente, porque, a pesar de una plantilla enorme, hay algo más que dinero tras todo eso.
Enganchando entre la Euroliga y el playoff ACB, lamento que el Real Madrid no haya triunfado, no sólo por ver otro campeón español, sino por esperar que eso mitigara la sed de victoria que habitualmente gastan por la capital, además, pese a que el partido del domingo no fue el mejor del Unicaja, y que la vuelta en Canarias va a ser durísima y complicada en una de las canchas hostiles de la ACB, confío en que el equipo recupere cierta regularidad en todas las líneas, para que las actuaciones de los que no tuvieron el mejor arranque de eliminatoria mejoren y con la irrupción estelar de Christian Eyenga den lugar al equipo completo, duro y compacto que requiere este tipo de envites, y sobre todo, que se pueda evitar la celebración del tercer partido, que puede llegar a disputarse en una hora tan horrorosa como las nueve y media de la noche del domingo.
En buena lógica, ni el congoleño va a repetir la actuación del primer partido, ni espero tanta irregularidad en el ataque de los exteriores que dirige Joan Plaza, aunque los partidos de playoff es lo que conlleva y no es nada raro, ya que Unicaja se encontraba frente a la mejor defensa de la fase regular ACB.
Del inicio del playoff me quedo con algo que tendría que haber visto hace mucho tiempo, con la retirada de la camiseta de Bernardo Rodríguez, en un acto tremendamente emotivo y en el que cualquiera que no se haya acercado de manera oportunista a nuestro deporte y a este club, seguro que se emocionó, por lo que ha supuesto como jugador para el baloncesto de Málaga, para la institución y por todo lo que ha transmitido.
No sólo la entrega, la identificación y ser la imagen de la comunión con todo lo que hay alrededor del club, Bernardo ha sido en muchos momentos el espejo en el que se han mirado muchos niños que han ido a entrenar a las canchas de cualquier equipo o colegio de Málaga, para intentar cumplir su sueño. Ha sido completar para su familia la ilusión que tantos padres podemos tener cuando nuestros hijos quieren parecerse a una mega estrella, él ha conseguido algo que muy pocos han podido hacer: ser grandes en el equipo de su vida.
El acto del domingo, para mí tuvo el valor añadido de ver a la familia Rodríguez Arias acompañando a Bernardo, para mí, ha sido un orgullo poder entrenar al hijo, haber entrenado con el padre, y que mis dos hijos, Carlos y Jorge hayan sido entrenados por Bernardo Rodríguez García, que como en otros casos que no necesito nombrar, tampoco entenderé por qué salió de la cantera del equipo de Los Guindos, pero no puedo dejar de poner en valor esa dedicación y tenacidad de gente como Bernardo e Isa, los padres del capitán y su constancia para llevar a su hijo a las canchas del club EBG para entrenar ya fuera con frío, calor o pocas ganas, pero los compromisos hay que cumplirlos, algo que tantos y tantos padres enseñan y que puede ser que tengan suerte o no viviendo cerca, pero dejándose media vida para que el sueño de su hijo pueda cumplirse.
Hace tiempo, cuando teníamos ejemplos en nuestra cantera de jugadores que llegaban al primer equipo, me deslumbraba el caso de Rafa Jofresa, que saliendo de la escuela del Joventut llegó a lo máximo con su club, Bernardo se encargó de ser focalizado como ejemplo, como he dicho, me hubiera gustado ver ese homenaje antes, y sobre todo me gustaría que no tengamos que esperar mucho y que Alberto Díaz, el mejor esbozo inmediato que tenemos sea de manera real y sólida esa figura que suponga un refugio para la afición en los malos momentos, y ese ejemplo para cualquier niño que vaya a las canchas de cemento a entrenar de la mano de sus padres.
Porque todos los sueños necesitan un lugar de partida, un punto de apoyo, una ilusión y un sitio donde cumplirse. Para Bernardo fueron las canchas de EBG -el inicio-, sus padres y entrenadores -el apoyo-, querer ser el mejor -la ilusión- y el Unicaja para realizarse, vale que como profesional tuvo su sueldo y su recompensa, pero agradecido a sus orígenes (“soy un niño de Los Guindos…”, o “papá, cogí el 5 por ti…”) ni él cuándo empezaba pensaba en eso, ni sus padres que cuándo se fuera iban a recibir el cariño de tanta gente. Tan solo me queda darles un abrazo a todos y desearles la mejor de las suertes.

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