Tenemos un sistema parlamentario pero el dominio del bipartidismo ha hecho que no nos enteráramos
Ahora que vemos que se aleja la posibilidad de formar gobierno y se acercan unas terceras elecciones, conviene decirlo, vivimos tiempos de disenso. La novedad de esta situación de bloqueo político nos exige, a veces, una dosis de claridad sobre el lenguaje político, sobre todo, cuando consenso y conflicto se usan con tanta frecuencia como ligereza.
Giovanni Sartori trató la relación entre democracia y consenso con la lucidez y brillantez que le caracterizan. Para empezar, hay que distinguir entre el consenso como estado de sociedad y como requisito de la democracia. Así, habría sociedades consensuales o conflictivas, integradas, segmentadas o desintegradas. Es evidente, que los sistemas democráticos se superponen sobre esas formas de sociedad, ya sean consensuales o conflictivas. De este modo, la democracia puede exigir más o menos consenso pero también se enriquece con el conflicto. Además, las palabras necesitan un matiz: en democracia cuando decimos conflicto queremos decir disenso y cuando decimos consenso queremos decir aceptar.
La cuestión es ¿Qué aceptamos en relación a las formas democráticas? Con referencia a la democracia, es necesario distinguir entre tres objetos y niveles de consenso: la aceptación a) de valores últimos, b) de reglas de juego y c) de gobiernos. En el primer caso, es un consenso a nivel de comunidad y a nivel de valores, es decir, si la sociedad de la que hablamos comparte una serie de valores como la libertad, la igualdad o el pluralismo, en una palabra, si tiene una cultura política democrática. En el segundo, hablamos del consenso procedimental en relación a las llamadas reglas del juego. La principal regla en una democracia es la que decide como decidir, la que establece un método de resolución de conflictos. Democracia es decidir en mayoría o, dicho de otro modo, los conflictos se resuelven de forma pacífica a través del criterio mayoritario. En una palabra, cuando hablamos aquí de consenso se trata del consenso procedimental sobre quién tiene que decidir cómo. ¿Y qué pasa con el consenso en relación a los gobiernos? En este punto, el politólogo italiano afirma «el consenso genera disenso…Pero, nótese, en este nivel el objeto de disenso es quien gobierna, y por eso las políticas de gobierno, no la forma de gobierno».
Desde esta perspectiva, ¿Cómo está la relación entre nuestra democracia y el consenso? En primer lugar, el consenso de nuestra democracia en relación a los valores últimos de la misma, dada nuestra cultura democrática está sólidamente instalado en la ciudadanía, nadie quiere vivir en otro sistema que no sea éste; en segundo lugar, la crisis del modelo territorial ha abierto un cuestionamiento en el consenso procedimental, de las reglas de juego, en esta materia: el desiderátum es desde el consenso y la reforma constitucional o el camino abierto por la desconexión y el independentismo; finalmente, el consenso sobre el gobierno, en realidad, son tiempos de disensos desde el 20-D hasta hoy, dos elecciones, con resultados electorales similares y a la vista unas terceras. Nuestro país tiene un sistema parlamentario pero el dominio del bipartidismo ha hecho que no nos enteráramos y así, el predominio del Gobierno sobre el Parlamento ha sido la norma, así como el peso de los partidos. Mientras la crisis, los casos de corrupción y el modelo autonómico se cuestiona y seguimos sin gobierno ante la perplejidad de Europa y la hartazón de la ciudadanía, Mariano Rajoy sigue instalado en una posición cada vez más difícil ahora que llega el calendario de los juicios de la corrupción; Sánchez con su no moral, precisamente, a esto, se ve cuestionado dentro de su partido mientras explora una negociación cada vez más quimérica; Rivera intenta y consigue pactos a un lado y a otro del espectro político que no llegan nunca a su destino y, finalmente, Iglesias tiende manos a gobiernos de progreso de aritméticas improbables. La pregunta no es si se formará gobierno o habrá terceras elecciones si no ¿Cuánto durará este tiempo de disenso en la vida política española?