Parece que nos instalamos en una democracia de las formas y de las incógnitas, ¿La novedad era esto? De momento, sí. Lo nuevo de la política se define por un cambio generacional formado por nuevos políticos que están cambiando las formas de comunicación y el debate políticos y también por la incógnita de un resultado que dará lugar a una gobernabilidad necesitada de pactos. Juventud y nuevo estilo en las formas de los nuevos protagonistas, en algunos casos de nuevos partidos, alrededor de la incógnita de un resultado diferente al de hoy pero volátil y difícil de prever. En realidad, la nueva política deberá esperar a un resultado, sin duda, determinado por una nueva cultura de pactos y en el que, a partir de entonces, será posible ver el contenido de la misma.
En cualquier caso, hay algo refrescante en la política actual: nuevas caras, nuevo lenguaje, nueva forma de hablar y nueva forma de vestir. La nueva imagen y el nuevo estilo puede que contribuyan a disminuir uno de los graves problemas de fondo: la distancia de la ciudadanía de la clase política. Todo el mundo recuerda el poder de la ideología, pero se incide mucho en la literatura reciente en el papel de las emociones en política, sobre todo, en contextos como unas elecciones y, en este caso, tan importantes como las que vamos a vivir. Y de ahí, la centralidad de los medios de comunicación que convierten a nuestras democracias en democracias de audiencias (Manin) o en democracias mediáticas –por usar la expresión del articulista de este periódico, el profesor Juan Antonio García Galindo en su última columna–. Los nuevos debates, como el organizado por El País, entre Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no sólo son expresión de este nuevo estilo y de un intento de comunicar de otra manera. Lo interesante ahora es ver hasta qué punto, los discursos, los mensajes y, en última instancia de uno u otro a través de estas nuevas formas inciden en el cambio de orientación de voto.
El tema es importante, en mi opinión, sobre todo por dos datos importantes del último sondeo del CIS. Por un lado, el sondeo preelectoral del CIS establece un 41,6% de indecisos, es decir, aquellos que no tienen el voto decidido entrevistado. En cifras absolutas, constituyen quince millones de electores, un número que despierta una gran inseguridad para hacer pronósticos. Por otro, confirma también que un 9% de entrevistados que aún no tiene decidido el voto y que duda entre votar PSOE o PP. Es decir, de los quince millones de electores dudosos, sólo un millón y algo estaría dudando de votar los dos partidos que han dominado la escena electoral española. Hace cuatro años eran el 27%. Hoy los grupos de votantes dudosos de mayor dimensión son los que dudan entre votar al PSOE o al PP o votar a C’s. Por tanto, una cifra de indecisos muy alta y casi un 10% de esos indecisos que dudan entre las opciones de los partidos tradicionales o votar a C´s, se trata de ese votante de centro indeciso ante un espacio político ocupado y más competido.
En cualquier caso, veremos si esta democracia de las formas que se juega en el espacio mediático saca de la dudas a quiénes dudan, que son muchos. La nueva política, de fondo, si llega, vendrá después.