En julio de 2017 todos los grupos políticos acordaron proteger el edificio neomudéjar de Sevillana de los años 20 en La Malagueta. Todavía no se ha hecho efectiva la protección.
En otra ocasión esta sección ha recordado el fugaz plan municipal que pretendía convertir hace cerca de 60 años el barrio de La Malagueta, por entonces un barrio de pescadores, garajes y fábricas, en un remedo del barrio de Santa Cruz de Sevilla.
Iba a seguir la estela, eso sí, de Bienvenido Mr.Marshall y la de futuras urbanizaciones de aire andaluz de la Costa del Sol, con el loable propósito de atraer a turistas con sus plazas recoletas, casas mata encaladas y establecimientos dedicados a la artesanía y venta de recuerdos típicos.
Todo ese proyecto se fue a hacer puñetas por la negativa de Madrid, que comunicó al alcalde García Grana que había interés personal de un miembro de la familia de Franco en que se hiciera lo que vino a continuación: el actual barrio de La Malagueta, con un volumen de edificabilidad superior a la isla de Manhattan.
De ese barrio turístico que nunca se hizo realidad sólo se respetó la moderada altura de la iglesia de San Gabriel.
Lo asombroso es que el estirón urbanístico que pegó La Malagueta no se llevó por delante la fábrica de electricidad de la calle Maestranza, que permaneció impasible el ademán, aunque fuera rodeada por edificios.
Lo asombroso y preocupante también es que en estos 40 años de democracia municipal, el único elemento que ha recibido protección arquitectónica haya sido la chimenea y no todo el conjunto, es decir, las instalaciones de Sevillana.
Es una lástima que no se conservara toda la fábrica, porque por un incendio en 1958 se perdió la parte más bonita, la que levantó en 1896 Eduardo Strachan, de quien esta semana hemos perdido una obra para dejar sitio al Málaga Palacio de autor de Hoyo de Esparteros.
Pero se conserva la ampliación hecha por el ingeniero Juan Brotons en 1922 que sigue las líneas neomudéjares del edificio original.
A nadie debe sorprender que en esta Málaga con unos políticos sumamente interesados en el desarrollo inmobiliario y con escaso interés por el Patrimonio el inmueble no esté incluido en el (famélico) Catálogo de Edificios Protegidos del PGOU.
En julio de 2017, ante el riesgo de que cualquier día pudiera ser demolido con todos los parabienes de nuestra simpar Gerencia de Urbanismo, el grupo municipal Málaga para la Gente, alertado por la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga, presentó una moción en la que pedía la inclusión del precioso inmueble industrial en el mencionado catálogo.
La moción fue aprobada por todos los partidos pero el edificio sigue sin aparecer en el catálogo 20 meses después.
Por suerte, nuestros cargos públicos decidieron convertirse en alcaldes, gerentes o concejales y no en bomberos, porque con semejante ímpetu y ganas por salvar un edificio la ciudad entera peligraría. Respiremos aliviados.