Haza de Cuevas y su ‘jardín de clausura’

4 Abr

Aislada del tráfico follonero, la preciosa barriada de Haza de Cuevas está presidida por la plaza de Fernando Guerrero Strachan, un jardín lleno de encanto, en el que llama la atención una hermosa chorisia o Ceiba speciosa.

En uno de los planos de Málaga dibujados por el gran Emilio de la Cerda a finales del XIX podemos seguir el sinuoso cauce del arroyo del Cuarto, con una exótica isleta en el centro a la altura de la Hacienda de Carranque (se formaría, suponemos, de higos a brevas, solo cuando llevara agua).

No muy lejos de allí, los habitantes de la Hacienda de Gamarra, pegada al Camino de Antequera, llamado entonces el Camino de la Cuesta del Espino, tenían a mano el arroyo para sus menesteres y cultivos.

Durante el siglo XX, en un escenario menos bucólico, toda esta zona de haciendas y huertas se fue urbanizando, y en las proximidades de estas hazas o parcelas de labranza fueron levantándose las villalatas, chabolas de malagueños venidos en buena parte de los pueblos en busca de una vida mejor.

Tras la Guerra Civil, en este entorno, sobre la antigua haza de Lázaro Cuevas, las nuevas autoridades franquistas levantaron una barriada para paliar el déficit terrible de viviendas, y eso que el levantamiento militar de los suyos, años atrás, había mermado sensiblemente la población entre muertos y vivos que encontraron acomodo en la cárcel.

De comienzos de los 40 es la preciosa barriada de Haza de Cuevas, también llamada de Nuestra Señora de la Victoria, que durante muchos años tuvo de vecinas estas chabolas, que fueron desapareciendo en décadas posteriores, para alivio de quienes las habitaban.

Sus calles recuerdan, 80 años después del inicio de la Guerra Civil, a militares del bando vencedor, por eso es conocido también como el barrio de los alféreces (o de los ‘alferez’, a secas), por la abundancia de este escalafón militar.

Pero este es un asunto para los políticos. Lo verdaderamente significativo de Haza de Cuevas no es su callejero sino la arquitectura de sus viviendas y también, la plaza central del barrio, dedicada al arquitecto y alcalde Fernando Guerrero Strachan, de la que esta sección habló la primavera del año pasado.

Rodeada por grandes avenidas, la plaza es como un jardín de clausura aislado del tráfico follonero. Tiene un diseño muy de la época, anclado en siglos anteriores, todavía con disposiciones geométricas: cuatro parterres que forman una elipsis, con abundantes palmeras presidido por un gran árbol que da flores rosas, un palo borracho o Ceiba speciosa, evidencia de lo bien que se dieron estas antiguas tierras de labranza.

Málaga y sus bellezas

Uno de los camiones que recogió los escombros en que quedó convertido el edificio de Eduardo Strachan de Hoyo de Esparteros -demolido hace unos días gracias al concordato urbanístico entre populares y socialistas- lucía encima del parabrisas el lema Málaga la bella. Que conste la ironía.

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