En la semana en la que los partidos se interesan por las cuevas descubiertas en Churriana, una anterior, ya protegida, luce como un espacio cargado de siglos y de basura.
El pasado lunes La Opinión dio a conocer el hallazgo de unas cuevas en Churriana que pudieron acoger a mozárabes (cristianos en tierra musulmana) en los dos primeros siglos de dominación islámica.
La asociación ecologista Ciriana y la de vecinos, Arcusves, con la ayuda del profesor de la UMA e investigador Carlos Gozalbes Cravioto, son los que han hecho posible que se paralizara una urbanización proyectada en la zona, junto al Camino del Retiro, porque las obras darían al traste con este complejo de cuevas.
Mientras los arqueólogos examinan estos días el hallazgo, los vecinos y los ecologistas quieren que este complejo de cuevas se integre como zona verde en la futura urbanización, y no que pase a mejor vida.
Es bueno estar ojo avizor porque Churriana ha sido testigo de muchas salvajadas a lo largo de su historia, empezando por la demolición de su iglesia, San Antonio Abad, datada en 1.600 y que fue demolida en 1965 porque según los criterios técnicos de hace medio siglo estaba en estado ruinoso y no se contemplaba restaurarla.
También perdió este antiguo pueblo de Málaga los restos de una iglesia rupestre por las obras de un polideportivo, así que el riesgo de una nueva actuación zopenca está ahí y hacen bien vecinos y ecologistas en estar alerta, mientras se dilucida la antigüedad de estas cuevas.
Por cierto que el PSOE presentó esta semana una moción, aprobada por unanimidad, para ampliaren el entorno la zona de protección arqueológica.
En realidad, abundan estas cavidades en Churriana, muchas de las cuales se siguen utilizando en nuestros días, algunas, en propiedades privadas y durante muchos años, destinadas a guardar materiales varios y animales.
De lo que el autor de estas líneas ya duda es si, en la actualidad, las cuevas no están mejor olvidadas que recuperadas y a la vista del respetable. A tan cruenta conclusión llega un servidor tras contemplar la semana pasada el estado del eremitorio de la calle Maestro Vert,en la zona de la Hacienda Platero, otra cueva que por su tamaño pudo acoger a algún ermitaño cristiano en tiempos bravíos, pues la ocupación está datada entre los siglos VII y IX de nuestra era.
Con protección arqueológica, vallado y a la luz del día, el eremitorio lleva muchos años siendo un basurero infecto, un rincón olvidado que suele exhibir matojos perennes además de todo lo que depositan los viandantes.
La cueva, que no se libra de pintadas en su interior (¿nadie se plantea borrarlas un lustro de estos?), parece a punto de desplomarse en alguna de sus partes y entre los restos de basura que exhibe podemos encontrarnos con latas, naranjas, bolsas, papel de aluminio, cajas, maderas y plásticos de variadas formas.
La protección arqueológica es estupenda, pero si va acompañada de limpieza y mantenimiento, mucho mejor para estas cuevas.