La simbólica reforma urbanística de la Victoria

22 Ene

El siglo XVI trajo el nacimiento del barrio de la Victoria, un desarrollo urbanístico centrado en borrar del mapa algo primordial para la Málaga musulmana y que hace unos años salió a la luz gracias a los arqueólogos.

El pasado domingo La Opinión dio a conocer la reedición del estupendo estudio de José María Ruiz Povedano, doctor en Historia y expresidente de la Diputación, Málaga, de musulmana a cristiana, con especial atención a la transformación social que supuso vaciar la ciudad musulmana casi al completo, con la venta como esclavos de una parte importante de sus habitantes, y llenarla con 2.000 familias cristianas.

El libro es un pozo de datos sobre la Historia de Málaga, y ofrece un retrato muy detallado de esa auténtica revolución social y urbana que supuso convertir una ciudad islámica en castellana en pocos años.

Se detiene, por cierto, en una de las transformaciones urbanas más importantes, ya metidos en el siglo XVI, no sólo para poder acomodar el exitoso caudal de repobladores que llegaba a Málaga y que superó las expectivas iniciales sino también por el carácter simbólico de la operación.

Porque la urbanización del barrio de la Victoria fue sobre todo simbólica, una demostración del poder castellano, pues por esos andurriales se encontraba uno de los dos arrabales de la Málaga musulmana, el de Funtanalla.

Se trataba de un espacio amurallado, como la propia ciudad, con la puerta de Granada de principal acceso y salida y una vez traspasado ese arrabal, que tenías casas, huertas, industrias y corrales de ganado, comenzaba un espacio sagrado por los musulmanes, pegado a la ladera del Monte Gibralfaro.

La causa es que se trataba del gran cementerio islámico de la ciudad, el más grande que se conoce en Al-Andalus, aunque hubo uno más tempranero y bastante más pequeño, ya que en los primeros siglos estuvo en la actual plaza de la Marina.

Además del cementerio había mezquitas funerarias, rábitas o monasterios para santones, jardines y una gran explanada para celebrar actos religiosos.

Como curiosidad, no sólo había malagueños musulmanes enterrados, también judíos y en este cementerio tuvo lugar una de las escaramuzas bélicas durante la toma de Málaga en la primavera-verano de 1487.

Sobre este antiguo espacio sagrado musulmán se trazó la calle de la Victoria y las vías horizontales, como una gran espina de pescado, símbolo del poderío de los castellanos.
Esto explica que, a finales de los 80, en la calle Agua aparecieran las dos únicas mezquitas funerarias que se conocen en España.

30 años más tarde seguimos padeciendo aburridas batallas burocrácticas entre la Junta y el Ayuntamiento -que suenan a rifirafe político más que administrativo- a la espera de que esta maravilla pueda abrirse al público y ser visitada por malagueños y turistas. Es de desear que el cambio de Gobierno autonómico ponga fin a las hostilidades, si las hubiera, para poder disfrutar de esta valiosa maravilla.

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