Calle Ancha del Carmen, una viejísima novedad

19 Dic

Pese a inaugurarse este mismo año, la semipeatonalizada calle principal del Perchel lucía la semana pasada con cantidades ingentes e inexplicables de mugre.

La semipeatonalización de la calle Ancha del Carmen ha recuperado para el peatón la calle principal de uno de los dos barrios históricos al otro lado del Guadalmedina.
Pese a que el Ayuntamiento suele sufrir ataques de idiocia administrativa y de forma cíclica es proclive a englobar los dos barrios en uno solo, desprovisto de artículos, al que denomina Trinidad-Perchel, lo cierto es que nunca estuvieron unidos y tienen más antigüedad y personalidad que buena parte de los barrios de Málaga.

Pero con independencia de su carnet de identidad, y de su impronta cervantina, El Perchel necesitaba como el comer recuperar su calle más emblemática, escapada por los pelos de las obras de la Prolongación de la Alameda.

Este primer tercio del siglo XXI le está sentando muy bien a lo poco que queda del barrio tradicional, que ha ido abandonado su aspecto tenebroso y decadente. En especial, la decadencia podía palparse tanto en la calle Ancha del Carmen como en el convento de San Andrés, hoy felizmente en vías de recuperación, después de que el Ayuntamiento cambiara de opinión y decidiera no demolerlo.

Con muy pocos meses de separación se han sucedido las obras en la calle principal del Perchel y la inauguración hace unos días del Centro de Interpretación Histórica José María Torrijos, en el antiguo comedor de los frailes carmelitas de San Andrés.

Sin embargo, la reciente finalización de las obras de Ancha del Carmen no ofrecía, al menos la semana pasada, la sensación de novedad y pulcritud que uno espera en una obra con tan pocos meses a la espalda.

Y así, en lugar de toparnos con una calle reluciente, la calle Ancha del Carmen lucía sucia hasta el extremo, con unas ingentes incrustraciones de porquería en su nuevo piso, igualado con las antiguas aceras. Se trata de una suerte de roña secular, desplegada en ciento y una manchas, bastante más inquietantes que las caras de Bélmez.

Resulta, como el de las caras, un misterio inexplicable que una calle recién hecha se exhiba, a pocos días de la Navidad, con apreciables cantidades de suciedad, sin olvidar las gotas de cera de la última procesión (y la última fue, que uno sepa, el rosario del Carmen, el pasado 1 de noviembre).

El reguero de mierda, con perdón, se prolonga a lo largo de toda la calle, y el paseante tiene la sensación de pisar una vieja peatonalización de los años 70, de cuando el arquitecto barcelonés Oriol Bohígas visitó nuestra ciudad para alabar, ya por entonces, la creciente peatonalización del Centro de Málaga.

Esta sensación de ancianidad en una calle recién inaugurada sólo se difuminará si el baldeo y el jabón la dejan como los chorros del oro. Nuestro Ayuntamiento acaba de presentar nuevos vehículos de Limasa. Ánimo.

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