Los vecinos, por un lado, los políticos, por otro

30 Oct

En Churriana se está gestando un doble movimiento en defensa del Medio Ambiente y su Patrimonio que no parece quitarle el sueño ni al Ayuntamiento ni a la Junta.

El refranero español, rico en matices, nos recuerda que «Cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo» y todo puede deberse a que el aire frío, al ser más denso, dificulta el vuelo de altura.

La semana pasada, antes de que el frío hiciera su entrada (frío en sentido mediterráneo, pues un escandinavo se reiría de nuestros abrigados cuerpos a 12 grados de temperatura), dos cuervos, que no grajos, volaban a cientos de metros de altura y sobrevolaban las alturas de la Sierra de Churriana. Estas aves, al parecer, suelen volar siempre en pareja, de ahí el espectáculo que ofrecía el dúo.

En tierra, mientras tanto, vecinos y ecologistas de Churriana, aparte de la asociación en defensa del Patrimonio, Torre Vigía, se organizan para recoger firmas (y ya llevan 70.000) para conseguir que se respete un corredor verde de forma circular de 40 kilómetros de longitud en el distrito.

De momento se enfrentan a dos grandes obstáculos, por una parte a los planes urbanísticos del Ayuntamiento de Málaga, que proyecta varias urbanizaciones y zonas deportivas justo en ese corredor y por otro a la abulia de la Junta de Andalucía, una mastodóntica estructura administrativa que, pese a solo contar 40 años, parece un carcamal centenario si la comparamos con las administraciones local y central, que ya es decir. A este respecto, vecinos y ecologistas no han conseguido todavía que la administración autonómica -a sus años, con ciática burocrática- les muestre con detalle el Plan de Ordenación del Territorio de la Aglomeración Urbana de Málaga (POTAUM) y en concreto, el proyecto para Churriana.

La de vecinos y ecologistas es una lucha heroica porque prevalezca el Medio Ambiente en una zona de expansión de Málaga en la que la consigna, y a quién puede sorprender, es la construcción.

En relación con esto, sostenía un cargo de la Junta, para tranquilizar a los ecologistas, que los pájaros de la Desembocadura del Guadalhorce permanecían ahí, sin moverse más arriba a causa del vecino nudo de carreteras. Sin embargo, los ecologistas contabilizan en la Sierra de Churriana unas 250 especies distintas de pájaros, muchas de ellas migratorias, lo que evidencia algo que ya intuían algunos: los pájaros se desplazan por el aire pese a los obstáculos que ponga el Ministerio de Fomento.

A la movilización de colectivos de Churriana y Torre Vigía hay que sumar los intentos de la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial porque, en caso de construirse en la zona de Rojas-Santa Tecla, se respeten e integren los molinos, batanes, acequias y albercas que durarían dos minutos a manos de un bulldozer.

Precisamente a la entrada de Churriana, junto a la Carretera de Coín, subsisten los restos del histórico Molino Alto, una estructura sin protección alguna. En los próximos años Churriana puede perder parte de su pasado y el deseado corredor verde. En esta historia los vecinos van por un lado y los políticos, por otro.

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