Continúa ignorada por el catálogo de edificios protegidos la colonia popular de casas del Camino de Suárez, al menos desde los años 20 entre nosotros.
Por mucho que el usuario se deje los ojos oteando el catálogo de edificios protegidos del actual y simpar PGOU, no encontrará apenas rastro de un grupo de preciosas viviendas que forman una colonia popular (así están calificadas en el plan).
De ellas hay constancia fotográfica al menos desde finales de los años 20, pero hasta la fecha no han merecido el plácet municipal para que sobrevivan este siglo XXI en plenitud de condiciones como sí pasa con Ciudad Jardín, Carranque o la Colonia de Santa Inés.
Esta sección ya lo comentó hace unos dos años y medio: si atendemos a nuestro escuálido catálogo de edificios protegidos comprobaremos que este grupo de viviendas, ninguneadas por nuestros expertos, se encuentra en la zona L, denominada Rosaleda, un buen trozo de Málaga en el que sólo hay tres edificios con protección arquitectónica: el Colegio del Mapa, el instituto de Martiricos y el Asilo de los Ángeles. Para el resto de construcciones de la zona L, leche y habas.
También para la manzana de casas que en el Camino de Suárez hace esquina con la calle Blas de Lezo. Como comentaba un vecino hace unos días a esta sección, se trata de las primeras viviendas del Camino de Suárez, que en esos años finales de la década de los 20 todavía serpenteaba rumbo a la Granja de Suárez, mientras en mitad del campo podía verse la finca de Gamarra.
Las que asoman al Camino de Suárez y a Blas de Lezo son las que parecen originalmente para propietarios más adinerados y el constructor también pensó en ponerles al lado localitos comerciales que todavía se conservan.
El muchos aspectos recuerdan a las mencionadas de Ciudad Jardín, el barrio de casas baratas surgido por entonces, y que fue inaugurado por Alfonso XIII en 1926 (de una tacada, hizo lo propio con el hotel Príncipe de Asturias, luego Miramar). Pero sin duda lo que caracteriza a estas viviendas es el bonito detalle de los soportes para el vuelo de los tejados, aunque las que dan al exterior lucen también preciosos arabescos que enmarcan las ventanas, y el ladrillo visto para jambas y dinteles.
En el interior de esta manzana, cruzada por varias calles, las viviendas son más modestas, aunque todas idénticas y con el mismo tipo de soportes para los tejados en muchas de ellas, así como con detalles típicos del regionalismo como las sobrias tiras de azulejos para las ventanas y el frontal que hay encima de la cornisa. Son las calles dedicadas a Domingo Savio, Filipinas o Nicaragua, donde estuvo un colegio de parvulitos tiempo ha. El desarrollismo de los 70 se ha llevado por delante algunas de estas viviendas, otras han sido transformadas.
De cualquier forma, evidente resulta tanto el valor de esta precioso conjunto de casas como la necesidad de que los hacedores del catálogo del PGOU se den una vuelta por el barrio.