Jaula para pájaros, la escultura de Jaume Plensa de la plaza de Uncibay, sirve a diario para amarrar las bicicletas y colocar anuncios y pegatinas. Algunos no se han percatado de que es una obra de arte.
Si se hiciera una encuesta sobre las preferencias estéticas de los malagueños, no es muy probable que su paisano Pablo Ruiz Picasso ocupase los puestos más altos.
Desde que se inauguró el museo que lleva su nombre en la calle de San Agustín, en 2003, el firmante ha conocido a numerosos malagueños que confiesan haber acudido, en todos estos años, una sola vez, más que nada a curiosear y a ver cómo es el edificio por dentro, pero una vez visitado, ya no les pica la curiosidad de seguir disfrutando de las instalaciones. Así que de las exposiciones temporales de estos 16 años, ni hablamos.
La pintura malagueña del XIX está tan arraigada en el ADN de tantos malaguitas, ha reinado durante tantos décadas en miles de cuartos de estar, salones y salas de esperas de médicos, abogados y notarios, que todo lo que escape a la representación más o menos evidente del cuerpo humano, un bodegón o una vista de Málaga es descartada del imaginario popular, aunque en estos últimos 120 años sí que se aprecia un avance y este mismo púlbico ya hace una excepción con los impresionistas, lo que ya es algo.
Con este bagaje artístico, se entiende que la inauguración, años ha, de la escultura Jaula para pájaros, de Jaume Plensa, en la plaza de Félix Sáenz, siga descolocando al personal, parte del cual parece no haber captado todavía la diferencia entre escultura pública y mobiliario urbano.
Jaula para pájaros, una obra ciertamente altiva, impresiona por su ligereza y por haber quedado integrada perfectamente en este espacio público, uno de los más bonitos y frecuentados de Málaga.
Sin embargo, las cualidades artísticas no han sido valoradas lo suficiente por una minoría que, casi desde su inauguración, emplea la creación de Jaume Plensa para los usos más diversos, como ya contábamos en una crónica de hace casi una década.
Esta semana, sin ir más lejos, algunos ciclistas la habían transformado en poste para aparcar sus cacharros, un uso que no es ninguna novedad y que puede verse ya casi a diario. Pero sobre todo, para lo que sirve Jaula para pájaros es para colocar todo tipo de anuncios y pegatinas, mayormente horribles. Un servidor, como cualquiera que pase por estos andurriales vecinos ya de calle San Juan, se habrá percatado de los mil y un cursos que se anuncian pegados con celofán a la escultura y esta semana reinaban las pegatinas en inglés con los lemas más chorras.
En suma, que como se trata de una obra moderna, en la que los amantes de lo figurativo ni descubren la jaula ni mucho menos pájaros, aprovechan los pies que la sustentan para sus menesteres. Mientras no haya una jaula como Dios manda, con periquitos o canarios dentro, esto es lo que hay.
Lluvia en abril
El agua que quisieramos ver transportada directamente a los pantanos y nunca más sobre nuestras cabezas.