En la barriada de Virgen de Belén llevan cerca de seis años reclamando al Ayuntamiento un paso de cebra en el punto que comunica el barrio con el vecino Bonaire y el centro de salud.
Alguna vez hemos comentado que el callejero malagueño es una fuente de sorpresas. Por poner un ejemplo, óperas maravillosas, patrimonio musical de la Humanidad, paradójicamente conviven con el paso estruendoso de camiones en algún polígono industrial de Málaga, mientras en el Centro Histórico, como comentamos ayer, contamos con una calle Pito, de la que nadie sabe su origen, aunque sea fuente de muchas bromas.
La barriada de Virgen de Belén, en la Carretera de Cádiz, tiene una calle dedicada a las Antillas y está muy lejos de ser la perla que todos esperan, como la isla de Cuba. Además de encontrarse bastante lejos de una playa de arenas blancas, es un punto bastante veterano de inseguridad vial, como saben vecinos de todas las edades.
La respuesta la encontramos en el campo de deportes del Pasaje Virgen de Belén, que muchos vecinos del barrio cruzan para acercarse a Bonaire o a La Luz, porque en la barriada escasean bastante los comercios, aparte de que el centro de salud de La Luz lo tienen casi a la vuelta de la esquina.
El problema llega cuando los vecinos descienden una rampa, para salvar el desnivel de este barrio de dos alturas y llegan a la calle Antillas. Ahí tienen que cruzar a las bravas porque no cuentan enfrente con un paso de cebra y su intención es cruzar la vecina calle Aniba (el nombre de una planta, no Aníbal mal escrito) y entrar en Bonaire.
El Ayuntamiento ha solucionado la carencia colocando un paso de cebra unos metros más abajo, pero comunica con una zona de aparcamiento del barrio vecino y es un desvio para los que quieren ir al centro de salud así que casi nadie lo usa.
Ayer, este firmante estuvo con Paco Moya, responsable de Málaga para la Gente en la Carretera de Cádiz y con Virginia Rodríguez, que ha estado al frente de la asociación de vecinos de Virgen de Belén durante 11 años.
Tanto la exdirigente vecinal como el responsable político reclaman ese paso de cebra, que, por cierto, Paco Moya lleva pidiendo en las reuniones del distrito desde hace cinco o seis años, calcula.
«Por aquí pasan muchos niños de Bonaire que juegan en el campo deportivo», recordaba ayer y cree que si la acera es muy pequeña y no se puede hacer un rebaje, la solución sería un paso elevado, aunque eso conllevara perder una plaza de aparcamiento.
No hay que ser Sherlock Holmes para comprobar que el bordillo de la acera está blanca en el punto por el que cruzan miles de personas al año: exista o no paso de cebra, es la huella que dejan carritos de bebé, sillas de discapacitados y carritos de la compra de quienes se dirigen a las tiendas vecinas, incluido el mercadona.
Con todos estos antecedentes, los vecinos seguirán luchando por el paso de cebra por una sencilla cuestión: es el paso natural entre dos barrios de la Carretera de Cádiz.